Texto con vos

Acá algunos recortes de lo que fue Texto con vos ayer en Una obra, un artista.

 Gracias a todos los que colaboraron, los que vinieron a ver qué era, los lectores improvisados y los que acompañaron desde lejos.

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¿Y qué vas a escribir? Esa era la pregunta de estos días. Tengo un secreto. Y varios subgéneros propios que puedo practicar de forma desmedida. No es gran literatura pero son temas. Recurrentes. Posibles. (...)

La escritura como evento público. ¿Por qué pensar que uno escribe como reza? Perdón, ya sé. Quién reza. Bueno, que uno/ una escribe a solas, de noche y después de una visita de qué musos. No. La verdad es que no. Yo escribo cuando puedo. Puedo bastante, sí. Tengo esa suerte. Y supongo que por eso este ejercicio, esta práctica de hoy, no me asustaba mucho. Ahora no sé. Estoy acá. No es susto. Es una especie de desafío. Conmigo misma. Sin reglas, por otra parte.

Entonces bastante absurdo, sí. Bueno, yo hago estas cosas. Practico deportes olímpicos que nadie más conoce. Querer en aeropuertos, por ejemplo. Son cosas que preciso cada tanto. En concreto, eso de los aeropuertos, es algo que conviene practicar antes de subirse a los aviones. Por las dudas. Decir te quiero a alguien. Ya lo dije algún día. Lo escribí por ahí. (...)

Qué traje hoy. No mucho.
Varios libros de poemas.
A todo pasado. De Use Lahoz. Escritor amigo de un amigo. 
Dice cosas como estas:

Ayer

Parece que fue ayer
cuando todo

parece
tanto
que no

que era, fue, sólo, eso,

nada

cuánto queda
cómo dura
rotundamente duele
este escaso amor
que se diluye
como quien lo escribe

dudando.
dudando.

Lahoz llegó a mis manos en Valladolid. En casa de Raquel y Javi. Dueños de una de las mejores bibliotecas en las que tuve la suerte de pasar unos días. Empecé a leerlo y me gustó mucho. Me gustó antes de saber que era amigo de Tito. Algunos amigos son como cartas de recomendación. Es para tenerlo en cuenta eso.

**

“La chica escribe”, dicen al pasar.
Eso.

“Escribe”.

En realidad no. La chica, pobre, está acumulando palabra tras palabra. Arma un paredón de palabras que quizá alguien lea allá afuera, por un momento, cuando pase. Pero quizá no. 

La totalidad de esto no sé si hay paciencia que lo aguante después de todo. (...) 





Cuando comencé a pensar en esta idea, en este día, en realidad creo que fue sólo por darle un nuevo marco a esta práctica literaria dirigida a un lector tan fiel como ausente. Siempre se escribe para alguien. No necesariamente con nombre y apellido, no. Ese lector va cambiando y con el paso del tiempo termina por ser ese “lector ideal” que la teoría literaria nos ofrece. Un cuento chino el lector ideal. Un cuento tan tonto como todos los otros. ¿Quién encarnará a esa supuesta persona capaz de articular todas las posibles expectativas del escritor? Lo dije muchas veces. No se puede creer en los príncipes azules, mucho menos en el lector ideal. Sobre todo si se entiende la literatura como un ejercicio de supervivencia. Como una lucha con el infierno propio. Cuando eso pasa es difícil que venga un lector a rescatarnos. (...)

Gracias por la compañía.

Estamos llenos de anécdotas rarísimas. Y esta, supongo, quedará así:

“¿Te acordás de la gallega loca que un día se puso a escribir en una vidriera de Palermo?”. Y bue. (...)

 “Qué suerte que no tiene faltas de ortografía”, dicen. (...)

Después de todas las cartas, los diarios de avión, los regalos absurdos y tanta mar en coche, qué mareo, una sigue pensando qué más podría hacerse. Cómo llegar ahí. Al cuarto oscuro. Qué podría decir, qué palabra precisa abriría esa puerta. Cueva de Alí Babá. Cuento tan largo. Ahora. Cuál sería el hechizo que vendría a romperse si logro la palabra. El adjetivo. Imposible. Nada de esto. Ninguna de estas líneas. Ya lo sé. Ninguna te convoca como debe. No importa. No es por eso que sucede. Simplemente nos llegan. Como decía aquel. Él de sus cuadros, “siguen llegando”. Bueno. Un poco es así ahora. Los poemas. Más de los merecidos. Más de los convenientes. Del todo innecesarios. Quién los cuenta, dirás. No cambia nada. Sé que no los conservas como si fueran copias de cuadros ejemplares. No es la idea. Sé que no editarás obscenidades cuando ya no esté acá y vos los sientas tuyos y entonces los poemas sean como zapatos o relojes de herencia. Algo que nadie más se atrevería a usar, a abrir, robarte. (...) 


Estás ahí. Pudiendo estar en cualquier otro lugar. Estás ahí. Como si desde siempre. Pero ahora. Y sólo por ahora. En un momento. Y no importa tampoco para qué. No es cosa de finales. No hay argumento largo. Y hace rato que huís del happy end. Entonces es así, será posible el lío, el enredo que quieras con tu nombre. Después de todo, nada, es una excusa. Y podría ser otra.
En las ventanas todas, el silencio de siempre.
Mañana no estarás.
Exactamente.
Y no habrá cien preguntas tendidas como ahora.
Mañana será un tango.

Aunque no llueva. (...)

Ok. Queda una hora. (...)

“- Es una instalación. En vivo. No habla con nadie. Está ahí. Improvisando”. (...)

La voz que se construye no es la mía. La distancia es prudencia. Y estoy prudente, sí. Y hasta diría amable. Y luego, esos paréntesis. Los momentos fugaces en los que te apareces y bueno, ahí sí, sos vos. Venís, llegás, leés. Y estás en todos ellos sin saberlo. Y no tenés idea. Como siempre.

La posibilidad de escribir para vos en cualquier parte. Dale. Convengamos que es rarísimo. Que es una de esas cosas del todo inesperadas y un tanto inconvenientes. Uno de esos regalos que no sabés muy bien dónde guardar. No te pega con nada. Y en el salón no entra. Y en esa caja rara tan llena ya de cosas y papeles, no creo que ahora entrara toda esta realidad tan paralela.

22.26 
Acá está F. V. cumpliendo la promesa anunciada de venir a rescatarme del castillo de cristal y palabras.

Nos queda un rato apenas. Un ratito. (...)

Si te quedás quietita mucho tiempo.
O al menos cinco horas.
Si lo pensás seguido y más despacio.
Si te escuchás pensarlo.

Al final, lo imposible, también llega.
No es un veredicto.

Es una impresión.
Afortunada.

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m.trigo
fragmentos de texto improvisado escrito el 3/12/13 entre las 18 y las 23h en Lafinur 3248. 



Texto con vos

En medio del deambular cotidiano y el ruido de la ciudad es un reto querer destacar siendo una pequeña vidriera en una ochava, pero este minúsculo espacio reivindica que el tamaño no importa sino que, por el contrario, nos revela un universo de cultura y arte.

Una obra un artista se atreve a robarle la mirada a muchos transeúntes que espontáneamente se encuentran con su presencia en una propuesta visual las 24 horas del día.


En esta oportunidad presenta una performance video instalación Texto con vos de Macarena Trigo.






“La escritura como evento público. La improvisación de una escritura constante a lo largo de cinco horas. El entramado hilo de pensamiento como conductor de imágenes que buscan un lector ideal, un receptor perdido en la distancia que no se hará presente pero que siempre está. Ahí afuera. En algún lugar. El texto construido como una voz posible. La voz de la ciudad. O la voz de una mujer en la ciudad. El poder de la palabra. Su capacidad para ocupar tiempo y espacio abriendo dimensiones tan intangibles como necesarias.

La certeza de que siempre escribimos para alguien.
La aventura de que ese alguien, por un momento, seas vos.
Vos que llegaste hasta acá sin esperarme”.

MACARENA TRIGO (Madrid, 1979) 
Actriz, directora de teatro y poeta. Lic. en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada, Historia del Arte y Comunicación Audiovisual. 

TEXTO CON VOS
3 DE DICIEMBRE 
de 18 a 23hs. 

UNA OBRA UN ARTISTA
LAFINUR 3248, PALERMO
ESPACIO URBANO DE ARTE
www.unaobraunartista.com
info@unaobraunartista.com

Harina



Dos nuevas oportunidades para ver esta obra excepcional dirigida por Román Podolsky. 

15 y 17 de noviembre. 
Timbre 4. México 3554. 

Kartun y "el sagrado estado de la inutilidad"

Desde su estreno la venimos recomendando incondicionalmente. Sin haberla visto. Somos así. Cada tanto nos damos el lujo de confiar en algunos proyectos y comprometernos con su causa porque nos alcanza con la garantía de un nombre. Cuando ese nombre es Mauricio Kartun, se firma a pie de página, con sangre y en un cuarto oscuro si hace falta. Ayer por fin pudimos ver Kartun. El año de Salomé. El documental dirigido por Hugo Crexell y Mónica Salerno que nos invita a asomarnos, nada más y nada menos, que al universo creativo de Kartun y al proceso de génesis, ensayo y funciones de Salomé de Chacra. Por si fuera poco, ayer, tras la película, él estuvo ahí, charlando con los espectadores. Profundizando sobre los hallazgos de ese proceso de objetivación de su subjetividad con el humor, la agudeza y la sensibilidad que lo caracterizan.

¿Por dónde empezar? Quizá por la generosidad. La inmensa generosidad con la que Kartun accede al juego de convertirse en el observador observado. Sin solemnidades, con ropa de entrecasa, descalzo, nos deja seguirlo en esos espacios íntimos que  constituyen su hábitat: la sala de ensayo, el escenario, el aula, pero también su estudio, su archivo de imágenes, su casa en Cariló y su paseo de sábado a la mañana en busca de lo inefable.

Hablaba ayer Kartun tras la proyección, de esa sed de conocimiento sobre los procesos creativos de los otros que experimenta todo el que se relaciona con el arte. Pensamos que, en efecto, el amante de la la literatura termina por convertirse, tarde o temprano, en devoto de algunos autores. Y con esa pasión nace una curiosidad, en ocasiones morbosa, por saberlo todo acerca de esos nombres que tantos momentos de plenitud proporcionan. Se despierta una curiosidad infinita por la persona que habita el escritor y ahí nomás surgen los inútiles intentos de descifrar dónde comienza a ficcionarse una vida. La relación apasionada con el arte es lo que lo convierte en una fuente inagotable de conocimiento, emoción y sentido. Cuánto más se conoce acerca de una disciplina, más se desea saber. Y, como también apuntaba Kartun, del deseo nace la necesidad. Necesidad de que eso forme parte de nuestros días, no sólo para que nos distraiga de nosotros mismos, sino para que nos ocupe la vida porque, citamos de memoria,  "todo aquel que logra vivir de lo que ama, habrá conseguido vivir sin trabajar".

En el caso de Kartun el teatro es ese eje en torno al cual gira lo demás. El teatro en todos y cada uno de sus aspectos, sí, pero con la certeza de saberse dramaturgo. "Soy un autor que dirige sus obras, no un director". Escuchar sus reflexiones sobre la naturaleza del texto dramático y apreciar la calidad de las certezas que lo guían es una lección impagable. En un momento dado afirma "aún veo a los actores haciendo una obra de Kartun. No está mal, pero aún no sucede lo que tiene que suceder". Y sigue, siguen todos, buscando ese minuto de ensayo que justifique el merecido brindis del día.

En estos tiempos donde vivimos como eternos talleristas, donde el mundo cabe en manuales de bolsillo, y el arte se nos quiere vender como una suerte de receta donde batiendo a buen ritmo estructura, tema y colorines se fuera a obtener el tiramisú de los dioses, hace bien compartir un rato con Kartun y escucharlo decir que "el trabajo del artista no es nada serio" y que cuando cometemos el error de diseccionarlo fríamente queriendo convencer al otro de que existe un camino, una ley, una manera correcta de hacer eso, de lo que se está hablando es del oficio. Y sí, el oficio puede ejercerse con excelencia y convertirse en una entrada importante de güita, pero entonces, sepámoslo, habremos dejado de hablar de arte. Porque el arte es siempre otra cosa. Algo ajeno a las caprichosas leyes del negocio. Una práctica cuya perversa economía, afortunadamente, nunca será redituable.

Piensen ustedes en sus propias e infinitas excepciones, justifiquen cómo gusten y mantengan su esperanza en imitar a aquellos pocos, poquísimos artistas que logran vivir "de lo suyo". Están en su derecho de encontrar el pelo en la sopa y depositar su fe en un futuro mejor donde se les pague por soñar despiertos con otros mundos posibles. Ojalá. Pero, por las dudas, recordemos que "hay que aprender a laburar con el obstáculo, no sobre él o contra él. Laburar sobre". Porque con mucha buena suerte, quizá ese obstáculo termine convirtiéndose "en la solución poética que resuelva su problema técnico".

Kartun. El año de Salome, es una clase magistral para creadores. No sólo para gente de teatro. Sin ningún interés biográfico, goza de esa frescura excepcional que posee todo material registrado durante una larga convivencia donde los azares saben convertirse en determinantes. Nos hizo recordar otras destacadas e inspiradoras experiencias que se aproximan al artista que trabaja como Espejo para cuando me pruebe el smoking, dirigida por Fernández Mouján sobre y con el escultor Ricardo Longhini, o los últimos trabajos del cineasta Ignacio Masllorens con la figura de Martín Blaszko. Martín Blaszko I, II y III.

Sugería Kartun editar dos clips de la película donde, según él, se resume gran parte de su método de trabajo, dos hallazgos puntuales y reveladores que sintetizan su manera de enfrentarse a la búsqueda sin saber qué está buscando. No les diremos cuáles son esos momentos. Vayan y encuentren. Si tienen suerte quizá lo agarran a Kartun a la salida y pueden agradecerle personalmente su generosidad.

Kartun. El año de Salomé, puede verse todos los jueves hasta el 21 de noviembre a las 19.30h en el Teatro del Pueblo. Av. Roque Saénz Peña 943. 

Festival Escena 2013




4a edición 
Del 3 al 17 de noviembre
TEATRO / DANZA / TALLERES / CHARLAS 
EVENTOS ESPECIALES / MAPA ESCENA / PROYECTO VECINO  


Escena y Festival se parecen. Son palabras que comparten el rasgo de la manifestación artística, y el espíritu de fiesta y ceremonia. No son sólo signos, son síntesis y metáforas de las formas de expresión.
Hay fuerzas, causas y un motivo compartido: lo que hacemos, lo que queremos, lo que nos justifica. Un compromiso de voluntad y trabajo, un síntoma artístico en los bordes de esta ciudad enorme, generosa y tirana.
Lo colectivo: la invitación, la suma que da de más. Poner en Escena lo que siempre estuvo y era invisible y cercano.
Creciendo, esta edición se anima a crecer. Festivaleamos obras en proceso, empezadas, terminadas, abiertas, cerradas. Obras vecinas, eventos, cruces, intercambios, talleres, charlas, un fiestón. Un nuevo MAPA ESCENA que abre el juego, que es siempre un juego, buscando los límites de lo público y lo privado. Hoy: del pasado y del presente. Un poco de historia y un poco de esperanza en un barco por la ciudad.
Año 4: abrir nuestros espacios y con ellos todo. Decir. Volver a decir de otra manera. Seguir haciendo, siempre probando un nuevo nosotros.
Es posible un manifiesto íntimo de esta multitud que somos, que vamos siendo, como una caravana.

Esto es el FESTIVAL ESCENA 2013 que asoma, ligero de equipaje y colmado de pasajeros que lo hacen avanzar.


MAPA ESCENA 2013: ÉPOCA ACTUAL

MAPA ESCENA es el resultado del diálogo entre las salas y la comunidad artística que trabaja en ellas. Lleva tres años de vida y, en su origen, tuvo el objetivo de desarrollar nuevos lazos entre los espacios y los vecinos. -

Llegamos a la edición 2013 de MAPA ESCENA. Pensamos en la necesidad de salir de los espacios y en reconocer nuestra historia y nuestro presente, de actuar en la ciudad y de crear lazos con otras agrupaciones que trabajan en los barrios de Buenos Aires, con o sin espacio físico.
Y también, claro,  de ocupar la calle.
Porque la edición 2013 de Mapa Escena es 100% callejera.
Para eso, invitamos a hacer un viaje - surgido a partir de una lectura del libro Gente de teatro, ocio y espectáculos en la Buenos Aires de la década del 20 de Carolina González Velasco - desde Paternal al centro de la ciudad, que replica el recorrido político de los antepasados de artistas y espectadores porteños.

MAPA ESCENA 2013 Época Actual es una caravana de teatro móvil que se traslada a través de las luchas, agremiaciones, traiciones, derrotas, victorias del pasado y de la actualidad.

MAPA ESCENA: Domingo 10 de noviembre - 15:30hs. Salida de Warnes y Dorrego.
No se suspende por lluvia. El público es invitado a seguir un barco (sí, un barco) y SER PARTE DE LA OBRA en moto, bicicleta o a abordar un transporte colectivo de ESCENA (con capacidad limitada), con previa reserva.
Para personas sin bicicleta o moto es importante reservar ubicación a este mail: mapaescena@gmail.com


PROYECTO VECINO
Festival Escena inaugura el PROYECTO VECINO en el Festival 2013.
PROYECTO VECINO invita a un artista extranjero a gestar una obra durante quince días y presentarla en el marco del festival, extremando todas las posibilidades de intercambio.
ESCENA produce un encuentro a partir de una invitación de Espacio Alternativo Bolivia, un colectivo similar a Escena que reúne salas y colectivos teatrales en La Paz.
ESCENA decidió producir una obra con un artista boliviano en diálogo con el equipo de Buenos Aires. La obra en proceso será el resultado del trabajo conjunto en el contexto efervescente del Festival.  
Invitado 2013: Kike Gorena, actor, dramaturgo y director de Potosí, Bolivia.
ÚNICA FUNCIÓN: Sábado 16/11 a las 20 hs. en Abrancancha: Martínez de Rosas 941, timbre 3.

INTERCAMBIO ESCÉNICO:  DESDE VERA 108
Un grupo de salas interroga a un espacio determinado hasta volverlo escénico.
En este caso, la calle y vereda de Vera Vera. La escalera de entrada oficiará de platea para este proyecto creado entre actores, bailarines, calle y vecinos. Ciertas ficciones interpelan a lo real y ciertas realidades interpelan a la ficción.
Vera Vera Teatro - Jueves 7/11  y 14/11, 21 hs.

CHARLAS ABIERTAS / CON ENTRADA LIBRE Y GRATUITA
PANORAMA POLÍTICO TEATRAL 1920 – 2020
Con Ricardo Bartís, Maruja Bustamante, Carolina González Velasco, Martín Seijo.
Miércoles 6/11, de 19 a 22:00 hs, Abrancancha

ENTREVISTA ABIERTA A PACO GIMÉNEZ
Con Paco Giménez.
Sábado 9/11 a las 17 hs, Oeste Estudio Teatral

PANORAMA DE LA DANZA CONTEMPORÁNEA
Con Jimena Blaya.
Sábado 16/11, de 15 a 18 hs, Cafe Müller Club de Danza

FIESTA DE APERTURA
Domingo 3 de Noviembre - 12hs.
Choripaneada en Club Cultural Matienzo  - Pringles 1247

FIESTA DE CIERRE
Sábado 16 de Noviembre - 23:59hs.
Groove Palermo - Santa Fe 4389
Las entradas para la fiesta de cierre se podrán adquirir sólo por anticipación, en el evento de apertura y en todas las salas de ESCENA durante el festival.

Las entradas para las obras son a la gorra. Se retiran con una hora de anticipación en cada sala.

Más información y todas las obras programadas en http://www.escena.cc/

Perro que fuma

¿Qué es una niña asomada a una ventana?
¿Qué es un niño sentado en la fachada de su departamento salvándose del interior de su casa mientras contempla el viaducto inaugurado el día de su nacimiento?

Para empezar, son las imágenes elegidas por el brasilero Leo Mendonca para presentarnos al entrañable personaje de su obra Perro que fuma. Pero podemos añadir que nos parecen metáforas perfectas de la infancia. La infancia como una instancia de agudeza privilegiada, de soledad, de extraña lucidez sobre un mundo perverso del que poco se entiende pero al que se juzga con acierto, contundencia y sin temor.

Perro que fuma es, sin duda, uno de los mejores unipersonales estrenados en el off en los últimos años. Mendonca, autor y director de la obra, apuesta por la rotunda construcción de un personaje sin fisuras que nos permite identificarnos con sus palabras arrastrándonos a un universo donde una y otra vez un humor inteligente y agudo nos roba la carcajada en medio de un relato desolador y apabullante.

Son muchos los elementos destacables de esta obra: un texto que se aleja de los argumentos habituales del teatro independiente, una visión crítica sobre una realidad social tan conocida como ignorada, el ya mencionado humor que potencia un texto vital con un impecable sentido del ritmo, un excelente uso del lenguaje poético, un universo de acciones peculiares que se resignifican constantemente y la exploración de un espacio escénico insólito: esa cornisa donde la paradoja de la salvación interior contrasta con la certeza de la muerte inevitable.

Manuela Fernández Vivian, la actriz responsable de dar vida a esta inolvidable criatura, sostiene una continuidad expresiva y formal que ilumina su complejo hilo de pensamiento. Su precisión, frescura y proyección logran que incluso en las transiciones técnicas sus breves comentarios entre dientes provoquen carcajadas en platea. Su trabajo está lleno de esa entrega generosa imprescindible en los unipersonales.

Intuimos que la dupla Mendonca - Fernández Vivian podría ser el comienzo de una más que larga y fructífera amistad de la que todos nos beneficiemos.

Podemos ir deseando su próxima obra.

Perro que fuma

Con: Manuela Fernández Vivian.
Vestuario y escenografía: Debbie Mc Donald.
Diseño de luces: Román Tanoni.
Diseño visual: Maniobra.
Música original: Alejandro Deluca.
Fotografía: NACHY
Ilustrador: Georgina Nuñez.
Asesoramiento dramatúrgico: Alejandro Tantanian
Prensa: Simkin&Franco.
Producción gráfica: Urban Print.
Pre-producción: Catalina Villegas.
Producción general: Francisco Vásquez.
Texto y dirección: Leo Mendonca. 

Domingos 20h. 
Polonia Teatro
Fitz Roy 1477. 

Forever juntos. Amor by Lutereau.

Luciano Lutereau, ese escritor que como un Zelig cualquiera vuelve a nacer en un lugar distinto con cada uno de sus libros, es uno de los autores con los que Julia Pirani presentó el pasado abril pirani ediciones. El lanzamiento de una nueva editorial sigue siendo uno de tantos fenómenos paranormales dignos de estudio. Uno de esos prodigios sobre los que no nos detenemos porque estamos demasiado preocupados por tener algo parecido a una vida, suponemos. Pirani, en el prólogo de Forerver juntos, nos obliga a reflexionar sobre ello. "Fundar una editorial es arrojarse al mundo, creer que lo que no hay, de alguna forma, es necesario que exista". Una excelente síntesis de principios que justifica lo quijotesco de una hazaña que aspira a ampliar nuestro cada vez más confuso horizonte de expectativas como lectores.

No nos parece casual que Forever juntos salga a la luz como uno de los primeros títulos de una editorial. A Lutereau, editor a su vez de Pánico el Pánico, algún buen amigo le recuerda cada tanto que "los libros no son hijos", sin embargo, un libro siempre es un pedazo de la quien lo escribe. No tanto por las más que probables huellas autobiográficas, como por el tiempo, la experiencia, la búsqueda y la esperanza depositadas en esa suma de páginas. Pirani y Lutereau consuman con esta publicación un encuentro amoroso en el que se intuye mucho del pulso desbocado de su "amour fou".

Pirani presenta Forever juntos aclarando que el motor lírico de estos poemas es "la cusilería". Una cursilería que "el autor defiende con todas las armas, es decir, desarmándose o, mejor dicho, exhibiéndose, al exponer el sentimiento despojado y fragmentario de quien padece el amor".

Hace unas semanas tuve la suerte de ver Maruja enamorada, el biodrama de Maruja Bustamante, dirigido por Vivi Tellas. En él, Bustamante canta sobre la valentía de "ser cursi sin sentir vergüenza". La primavera está en el aire y quizá eso otorgue abusivas licencias poéticas, pero nos gusta pensar que estos creadores se aproximan al amor como a un juguete nuevo y no como a un tópico vacío por desgaste. Siempre habrá poemas de amor. El milagro acontece cuando nos damos cuenta de que el amor al que damos cuerda, sobre el que elegimos trabajar, el que convertimos en fondo, forma y obsesión, es siempre distinto para cada uno.

Lutereau juega a definir su amor.

 "el amor es una fuerza invertida que se parece muchísimo a un volante" (...) "el amor no es el paisaje, el camino, el lugar sino aquello de que hablamos cada noche al hablar de amor".

"el amor no es / paradoja ni inversión / dialéctica sin fin, principio / o torsión, una canción acerca / de otra canción, una meta / sobre un comienzo / que nunca / termina".

El amor es eso que siempre se parece a otra cosa únicamente porque necesitamos ese parecido. Necesitamos un símbolo, una metáfora tranquilizadora que nos salve. Si el amor se parece a algo conocido, tarde o temprano lo entenderemos.

Lutereau escribe estos poemas sabiéndolos canciones cursis. Quien leyó Los santos varones, su primera novela, quizá recuerde que el protagonista, desde niño, compone canciones que nos roban la sonrisa: "Uno tras otros pasan los días / como los colores de la gelatina".
Se nos ocurre que Forever juntos puede ser el repertorio de canciones que finalmente aquel personaje presentó en el pub de su esquina. Los libros de un mismo autor siempre tienen una puerta secreta que nos lleva a otra habitación.

Además de todo esto, hay que decir que Forever juntos tiene un cierre totalmente inesperado para una historia de amor. Nada del relamido happy end  o el cansino to be continued. No, señores, el amor es otra cosa. El amor no sólo es un género literario. Y quizá por eso, Pirani y Lutereau (o viceversa) decidieron que Forever juntos cerrara con un ensayo sobre las editoriales independientes. En el prólogo lo advierten. Se trata de "un laboratorio sentimental antisolemne". Casi nada. Ya lo dijimos. Hazaña quijotesca para cuarenta páginas.

Ese ensayo viene a hablarnos de otro amor (im)posible. El amor por lo que se hace. Las muchas contradicciones que genera toda vocación. Dar lo que no se tiene. Ese amor, dicen algunos, es el que nos salva de nosotros mismos. Un infierno (con)sentido.

Da la casualidad de que ese ensayo, publicado a fines del año pasado en la revista NQM, fue lo primero que esta humilde lectora conoció de Lutereau. Ese ensayo nos obligó a buscar sus libros. Y su lectura nos llevó a recomendarlo porque cuando se entra en uno de esos jardines llenos de caminos que se bifurcan, se sabe que siempre aparecerá algo y/o alguien interesante.

Encuentren los libros. Recorran su jardín.

Luciano Lutereau es autor de: Los santos varones, Perezosa y tonta, Escribir en Canadá, Marcadores nuevos, Todos contentos y Forever juntos.

www.piraniediciones.com.ar

"¿Recordás tu último capuccino?"

Pocas cosas tan gratificantes a la hora de ver una obra como dejarse llevar por la certeza de un nombre, un nombre al que le confiamos nuestro tiempo sin reservas porque siempre nos proporciona un hermoso material sobre el que reflexionar. Son pocos los nombres de esa lista. Ciro Zorzoli es uno. Y tras su nombre llegamos ayer a la sala Apacheta para ver Unos días afuera. Atentos únicamente al "de/con" de la ficha técnica que anuncia: Eugenia Estévez, Ciro Zorzoli. 

Pocas cosas tan emocionantes como no tener idea de lo que vas a ver un domingo a las cinco de la tarde y encontrarte un programa de mano que te anuncia que la obra en cuestión "es una invitación. Un espacio de búsqueda (...) donde lo que se repite es nuestra insistencia en vincularnos con ciertas cuestiones que son las que nos llevan a hacerla. (...) Confiando en que nos impulsarán a ese encuentro y que hallarán, en el que mira, su propio sentido. Cada vez". Leer ese brevísima formulación de principios y saber que se te está considerando una parte indispensable del juego. Sentirse invitada, sí, pero también agradecida de antemano por esa intención, ese deseo de sus autores de que vivenciemos y (re)escribamos juntos a ellos.

Pocas cosas tan interesantes como entender, apenas entrás a la sala, que no vas a ver una obra de teatro. O sí, pero no sólo. Entender que vas a ver una obra de danza. Pero no sólo. Entender que están inventando un lenguaje para vos, algo se está experimentando ante tus ojos. Una forma distinta, íntima, personalísima, de compartir una serie de anécdotas que son universales por concretísimas y afinadas. Un lenguaje pulido, preciso, precioso. Un uso de la palabra, del silencio y de la intención que admite infinitas posibilidades. Entender que es imposible que haya dos funciones iguales de Unos días afuera porque la organicidad y la búsqueda es extrema, se cocina ante el público, se construye con un amor exquisito puesto en cada frase, en cada movimiento. Saberse privilegiada por ser parte de esa función.

Pocas cosas tan fascinantes como dejarse seducir por un cuerpo vivo que baila para nosotros. ¿Baila? Sí, por momentos Eugenia Estévez baila, pero sobre todo, está. Está ahí. En un aquí y un ahora que Zorzoli llena de reflexiones elaborando un discurso en vivo que nos atrapa, su voz nos guía a través de observaciones mínimas que bein podrían ser una excelente voz en off. Pero él está ahí. No es sólo una voz. Es una presencia. Unos días afuera es, entre otras muchas cosas, la suma de dos potentes presencias en un espacio escénico. La propuesta admite infinitas lecturas, de ahí esa invitación del programa de mano a que cada uno encuentre su sentido.

Unos días afuera es un diálogo imposible entre la mente masculina y la femenina. Es también la comunión accidental entre esos dos universos enfrentados. Es la constatación de que la danza también habita la palabra. De que las palabras pueden tener un cuerpo sin necesidad de ilustrarlas. La palabra puede bailarse. Como el silencio.

Unos días afuera es una apuesta que confía en la intimidad de los universos creativos personales. "Es una pieza donde lo que se repite es nuestra insistencia en vincularnos con ciertas cuestiones que son las que nos llevan a hacerla", advierten Estévez y Zorzoli en el programa. Y es un acierto, sin duda. Tanto  el fondo como la forma elegida para compartirlas.

Quien escribe estas líneas conoce poco y nada sobre danza, pero reconoce humildemente que algunos de los trabajos vistos en este último año nos han obligado a reflexionar una y otra vez sobre las infinitas maneras de contar lo que interesa. La importancia de establecer un vínculo tan profundo como amoroso con el material de trabajo. El tema abordado desde las consecuencias, desde sus huellas en mi quehacer como artista. Cuando eso aparece en escena la obra adquiere una vitalidad que trasciende el imperativo del relato o de la existencia de personajes.

Unos días afuera,  Cartas a mi querido espectador de Fabian Gandini, Basura de Rakhal Herrero, o Villa Argüello de Celia Argüello Rena, son alguno de los mejores ejemplos que podemos recomendar como experiencias para salvar esa absurda barrera que tantas veces instalamos entre disciplinas escénicas. Los creadores que confían en su necesidad de aunar lenguajes expresivos nos recuerdan que la verdad escénica se revela únicamente cuando dejamos de pelearnos con nosotros mismos en el escenario para dejar que las cosas - movimiento, palabra, gesto, silencio, pausa, luz - sucedan. Se den. Aparezcan. No como efectos. No como meros complementos, sino como partes fundamentales de la construcción.

Pocas cosas tan inspiradoras como ver Unos días afuera y saberse cómplice, testigo, partícipe de un encuentro único donde cada espectador abandonó la sala sintiéndose alguien especial, alguien quizá predestinado a tomar el próximo colectivo vacío que doble la esquina. Y sonreír.

Unos días afuera
Con / de: Eugenia Estévez, Ciro Zorzoli.
Iluminación: Eli Sirlin.
Diseño de espacio: Eugenia Estévez, Ciro Zorzoli
Fotografía: José Carracedo.
Asistencia artística: Lucía Fernández Mouján.
Dirección: Eugenia Estévez, Ciro Zorzoli.

Apacheta Sala Estudio.
Pasco 623. 
Domingos 17hs. 

Cineastas

La vida como escenario del eterno drama de nuestras vidas. Ese donde el director brilla por su ausencia y se multiplican los imprevistos, los despropósitos, personajes cada vez más confusos que nunca sabemos qué piensan y ni siquiera el consuelo de una buena fotografía con la que aliviar nostalgias.

Mariano Pensotti construye en Cineastas un argumento calideoscópico donde la ficción presentada se multiplica y fuga hacia nuevos universos ficcionales. Los personajes, directores de cine con mayor o menos éxito en su quehacer profesional, viven atrapados entre la película que necesitan hacer y sus vidas. La película que necesitan hacer no es necesariamente la que desean y, finalmente, termina siendo apenas la que pueden permitirse.

Cineastas es una obra llena de interrogantes atractivos sobre nuestro endeble conocimiento del mundo y nuestros torpes y contradictorios modos de manejarnos en él. En el programa cuestionan: ¿Nuestras ficciones reflejan el mundo o es el mundo una proyección distorsionada de nuestras ficciones? Sobre esa pregunta se van desarrollando los argumentos de cuatro historias de directores posibles donde vida y obra rozan por momentos ese estado desmedido del absurdo donde todo parece ser posible.
No es frecuente que el teatro elija el cine como tema. A menudo reina el desentidimiento entre ambos medios, sus diferentes naturalezas los oponen haciéndolos irreconciliables para muchos. Cineastas viene a recordarnos que no hay límites formales o estructurales. Cualquier cosa puede abordarse desde el escenario. Sólo hay que encontrar una manera de contar.

Pensotti ya exploró en profundidad algunos de los pilares constructivos de esta obra en El pasado es un animal grotesco. Ambas comparten la solida voz en off que los actores, micrófono en mano, sostienen en paralelo a las escenas. El narrador omnisciente está presente y goza del privilegiado punto de vista del que carecen los personajes. El off cinematográfico se interpreta en vivo y Pensotti logra que el recurso se subraye en ocasiones como enlace entre las ficciones, dándole así una interesante vuelta de tuerca técnica a la apuesta narrativa con la que desafía a la platea.

También comparten El pasado... y Cineastas la importancia dada a la escenografía. Lo que en aquella fue una suerte de calesita sobre la que aparecían y desaparecían los distintos espacios escénicos, ahora se convierte en una rotunda estructura de dos planos donde conviven todas las ficciones: en la parte inferior, las vidas de los creadores, en la superior, el confuso y voluble estado de sus creaciones.

Todos los mecanismos inaugurados en El pasado es un animal grotesco han sido afinados sutilmente logrando importantes mejoras que favorecen el intrincado despliegue argumental logrando por momentos un intenso ritmo que nos obliga a elegir dónde y qué mirar, qué historia seguir, en qué plano de la ficción situarnos. De esta manera la platea experimenta en carne propia algo de ese estado creativo que la obra expone, componiendo su propia edición de Cineastas.

Cineastas

Actúan: Horacio Acosta, Elisa Carricajo, Valeria Lois, Javier Lorenzo, Marcelo Subiotto.
Vestuario y escenografía: Mariana Tirantte.
Iluminación: Alejandro Le Roux.
Diseño sonoro: Diego Vainer.
Audiovisuales: Agustín Mendilaharzu.
Música: Diego Vainer.
Fotografía: Nora Lezano.
Asistencia de escenografía: Gonzalo Cordoba Estevez, Maria Victorel.
Asistente de producción: Gabriel Zayat.
Asistencia de dirección: Leandro Orellano.
Coreografía: Luciana Acuña.
Dirección: Mariano Pensotti.

De jueves a domingo en el Teatro Sarmiento. 

"Ser cursi sin sentir vergüenza".

¿El amor es una ficción? ¿Quiénes somos en el amor? ¿El amor termina cuando empieza? ¿Nos enamoramos siempre de la misma persona? ¿Cuál es el cuerpo del amor?

Estas son las preguntas que aparecen en el programa de Maruja enamorada. Biodrama amoroso. Esos interrogantes abren un espectro de posibilidades infinitas. Si los mezclamos a buen ritmo en una coctelera tendremos tantas obras como agitadores, pero difícilmente lograríamos el estado de gracia que Maruja Bustamente ha sabido proporcionarle a su historia de amor y vida.

Los biodramas son búsquedas personales que apuestan alto por lo que cuentan. Y ojo, cuando escribimos "alto" no queremos decir, raro o extravagante o exacerbadamente oscuro. El material abordado implica de tal modo a los integrantes del proyecto que son muchas las instancias que deben pulirse para que se convierta en algo tan interesante como mostrable. No se trata sólo de habilitar el tiempo de muestra que todo espectáculo precisa, hay una genuina necesidad de compartir esa experiencia personal que se convierte en el motor vital de cada función. El biodrama anuncia: esto es parte de la vida de alguien y yo te lo cuento así, ahora. Aunque seguramente vos lo contarías de otro modo.

Como en todo relato el punto de vista y el orden elegido terminan por generar una ficción. El papá de Maruja sabía muy bien lo que decía cuando ella le contó de este proyecto. "Es tu versión de los hechos", le dijo.

Bustamante disecciona su corazón jugando con la erotomanía como motor, causa y excusa de sus saltos entre un amor y otro y los enmarca  en su vida, ese relato interminable sólo visto en retrospectiva posee sentido. Es desde esa distancia temporal que Maruja puede contarnos, divertida, sincera y generosa, los aciertos, errores y recuerdos que dejó cada amor. Explica que ella, en el amor, no distingue entre realidad y ficción. Y deja sembrada en la platea la duda de si alguien podrá hacerlo. ¿Acaso no inventamos todos  a un amado a la altura de nuestros deseos?

¿Qué amamos de aquellos con los que elegimos compartirnos? ¿Por qué termina el amor? ¿Por qué hay finales definitivos y otros se saben abiertos en canal para siempre? El amor es uno de tantos conceptos que todos creemos entender por más que nunca veamos dos definiciones parecidas. Sin embargo, todos compartimos algo: el amor nos vuelve idiotas. Una idiotez sublime que nos enorgullece exhibir.

Maruja canta las canciones que compuso para sus parejas, nos lee sus poemas, comparte el último recuerdo que posee de uno de ellos... Nos convertimos en la orilla de sus emociones. Compartimos su vulnerabilidad al tiempo que nos conmueve la valentía con la que logró darle forma creativa a cada desilusión.

Maruja enamorada es uno de esos trabajos a los que asomarse para conocernos un poco más a nosotros mismos. Mirarnos en el espejo y sonreír ante nuestros miedos y el absurdo de una vida empeñada en darnos demasiadas lecciones. Es un viaje al interior de una mente audaz y optimista que aún pareciera estar a salvo del escepticismo con el que tantas veces elegimos defendernos o alejarnos del amor posible.

En poco más de una hora tenemos la sensación de haber conocido a una mujer extraordinaria que nos abre las puertas de su casa y de su corazón. Y ya puestos, nos invita a merendar.

Vayan a conocerla. No se arrepentirán.

Maruja enamorada
Dramaturgia: Maruja Bustamante, Vivi Tellas.
Intérpretes: Maruja Bustamante, Ignacio Ocampo.
Fotografía: Nicolás Goldberg.
Diseño gráfico: Horacio Gallo.
Asistencia general: Nicolás Capeluto.
Producción ejecutiva: María Solari.
Dirección: Vivi Tellas.

Domingos 20.30
El Extranjero
Valentín Gómez 3378. 

El último poema de Rilke

 "Leonid le escribió una carta (“¡Celebrado poeta, está usted vivo! ¿Me recuerda?”), a la que Rilke contestó que no sólo se acordaba, sino que recientemente había leído en una revista unos poemas singularmente interesantes, traducidos del ruso, de un joven valor llamado Boris Pasternak. Todo lo que Rilke amaba de Rusia estaba en esos versos y le daba especial emoción que quien los hubiera escrito fuera aquel muchachito de nueve años que en 1899 los había acompañado a Yasnaia Poliana, a ver al conde Tolstoi.
Leonid le mandó la carta de Rilke a su hijo a la URSS. Boris recibió y leyó esa carta el mismo día en que llegó a sus manos una copia de “El Poema del Fin”, escrito en el exilio por una poeta de su edad llamada Martina Tsvietáieva, que se lo mandaba a través de gente de su confianza. Pasternak idolatraba a Rilke, se regía poéticamente por él. Y venía sintiendo una empatía cada vez mayor hacia aquella mujer que en Rusia le era indiferente, pero de la que se había ido enamorando por los poemas que le mandaba desde Francia, y que en aquel poema en particular llegaba hasta donde él no había sido capaz de llegar. Pasó la noche en vela, electrificado, y al amanecer saltó de la cama y se puso a escribir dos cartas que dudo que otro poeta en el mundo hubiera sido capaz de escribir. Aunque la información llegara tarde y muchas veces deformada en el camino, los que estaban en Rusia mal que mal sabían qué hacían y cómo la estaban pasando aquellos que se habían ido. Pasternak sabía que Tsvietáieva estaba más sola que nadie en el destierro. Los emigrados la detestaban y en la URSS no la leían por emigrada. Pasternak moría por los libros que Rilke ofrecía mandarle, pero sabía que Tsvietáieva los necesitaba más. De manera que le pidió a Rilke que los mandara a Francia, a la poeta Marina Tsvietáieva, que merecía más que ninguna otra persona en el mundo estar en diálogo con él (“Yo sólo querría que ella pueda vivir algo semejante a la alegría que, gracias a usted, se ha adueñado de mí. Permítame considerar el envío de esos libros como su respuesta a mi carta”). Rilke cumplió con el pedido. Los libros eran los Sonetos a Orfeo y las Elegías de Duino, imagínense. Tsvietáieva creyó desfallecer, se entregó a una correspondencia febril con Rilke, de la que nada dijo a Pasternak, aunque él le escribía desde Moscú: “Quiere que lo visitemos en Suiza. Nos espera, ¿comprendes? Debemos estar juntos. El lo dice”.

ELTI 2013

Del 3 al 7 de septiembre se celebra el II Encuentro Latinoamericano de Teatro Independiente. Un festival que hace hincapié en la identidad latinoamericana donde habrá obras, charlas, talleres...






Toda la información en su web: 

El gusto, by Leticia Martín

Ballet. Bailarinas de ballet. ¿Bailarines? Sí, hay, claro, pero por alguna razón el universo del ballet clásico se nos muestra siempre desde las tortuosas prácticas y mentes de esas delgadísimas mujeres a las que la vocación convierte en esclavas de su disciplina.

Leticia Martín recrea con solidez los interiores de una joven bailarina del Colón en su novela El gusto. Lorena, la protagonista, es una de esas bailarinas cuya vocación se forja en el deseo materno y se asume como definición propia. Bailar no es suficiente. Bailar bien tampoco. Hay que ser la mejor. Ser elegida para el rol protagónico. El fin justifica los medios. Sobre todo cuando los medios sólo le atañen a una. "Más limitaciones se pone uno, más se libera", repite como un mantra, mientras deja de comer y estira sus músculos hasta la extenuación.

Lorena encarna forma y voluntad. Alguien que conoce a la perfección el funcionamiento del arte elegido y que trata por todos los medios de llenarlo de sentido. Sin embargo, la desconexión vital entre el esfuerzo desmedido y la fugaz recompensa de sus logros, de los que no se siente partícipe, hace que de a poco, su férrea realidad de obligaciones y prejuicios se desmorone.

La autora elige el punto de vista privilegiado de la omnipresencia para recrear los interiores de Lorena porque son los detalles de obscena intimidad los que nos advierten: en cualquier momento esa bailarina volará por los aires en mil pedazos. Hay un zumbido sordo, un malestar general que late como fondo del relato y que tiene mucho que ver con la distancia que la protagonista mantiene entre ella y el afuera, observándose como si fuera otra persona.

Lorena se humaniza ante los desconocidos. Se desdobla. Logra escuchar y fingir una sonrisa ante hombres mayores ajenos a su entorno. Se prueba a sí misma desempeñando un trabajo vulgar. Huye. Una y otra vez. Sin premeditación. Con lo puesto. Improvisando un personaje. Aceptando la fragilidad de esa realidad que sostiene con tanto esfuerzo y reconociéndose reemplazable. Un viaje de ida y vuelta que pudiera ser eterno. Hasta que deja de serlo.

Interiores: un departamento, una heladera aséptica, un camarín aislado, una impoluta bandeja de entrada en el correo electrónico y un universo onírico infectado de pesadillas donde la pasión enfermiza deforma lo que toca. Pesadillas donde el escenario y los cuerpos se desintegran.

El gusto puede leerse como un viaje por los sentidos deformados. Qué sucede cuando los sentidos se contaminan, cuando se deforman con abusos o se atrofian olvidados. Y nos deja pensando en lo que sucede cuando nuestro mayor placer, ese goce íntimo que nos define y salva, desaparece. Qué sucede entonces. Quiénes somos después.

El gusto,
Leticia Martín, colección Potlach, ed. Pánico el Pánico, Buenos Aires, 2012. 

Café Müller: Festival Callejero de Danza

Los habituales de Café Müller no precisan mucho más que el nombre para saber de qué se habla. Un lugar que toma la danza como puente de contacto con el mundo y el arte. Con los otros, con vos. Apuestan tanto por la formación como por el intercambio y basta asomarse a sus proyectos de residencia o conocer alguno de sus ciclos, para saber que hay los define la suma de muchas voluntades y la pasión por lo que hacen.

Siempre hacen. Siempre tienen algo en mente y entre manos.

Ahora se trata de un Festival Callejero de Danza que tendrá lugar el próximo mes.

Acá alguna información al respecto:

Cafe Müller Club de Danza es un espacio de danza dedicado a la creación y el desarrollo de las artes escénicas, gestionado por un colectivo de artistas.
Buscamos construir un lugar de encuentro social e intercambio artístico; para la amistad, el ocio, el tropiezo entre colegas y la colaboración mutua.

En honor a una de las grandes referentes de la danza contemporánea, Pina Bausch, es que elegimos bautizar a nuestro teatro “Cafe Müller” que hace referencia a una de sus obras más conocidas.

El espacio se plantea como un puente de acceso a recursos para muchos artistas de la comunidad de la danza; con el propósito de desarrollar proyectos no orientados al circuito comercial; acercando la danza a nuevas generaciones.

En este caso, con la expectativa puesta en abrir nuestro espacio al barrio, a la comunidad que nos rodea y también a la comunidad de la danza;
queremos realizar nuestro segundo FESTIVAL CALLEJERO VILLA CRESPO DANZA.

El festival está programado para el 21 de septiembre de 2013, para recibir la primavera y festejar el encuentro de artistas, familias, transeúntes y curiosos.

FORMAS DE COLABORAR: 
http://panaldeideas.com/proyectos/festival-callejero-cafe-muller-club-de-danza/

Prueba I: "El espectador"

La compañía Buenos Aires Escénica está presentando en estos días la primera de una serie de investigaciones sobre el hecho teatral y su relación con el espectador. Decidieron que cada presentación recibiera el nombre de "prueba". Su calendario ya cuenta con un cronograma que cifra el desarrollo del proyecto en diciembre de este año y marzo del que viene.

Su programa de mano explica que el Proyecto Pruebas se basa en "una serie de pruebas en relación a lo escénico que se irán investigando, montando y probando con el espectador. Éstas no se presentarán como obras que permanecen en cartel (...) sino que se irán mostrando en diferentes fechas, en diversos espacios y con tiempos acotados de exhibición".

"El espectador" se está presentando en la sala Defensores de Bravard y la elección del lugar no es menor. No debe serlo cuando desde ya se intuye como un lugar de trabajo y confianza, donde se les permite no sólo explorar a conciencia los posibles usos de todo el espacio, si no programar estas sesiones de encuentro con el público con entrada gratuita. Por otro lado, los espacios convertidos en escénicos son los más incómodos, los menos "teatrales" a primera vista, pero los que mejor habilitan el factor del hiperrealismo que la propuesta indaga. Los espectadores comparten con los personajes la intimidad de la cocina, el baño y espacios transitorios que no están pensados para la contemplación. Mucho menos para albergar la expectativa teatral de un público.

Hasta aquí la propuesta resulta tan interesante como conocida para cualquiera que disfrute a conciencia de estas fórmulas intimistas que cada tanto la cartelera porteña nos regala. Pero Buenos Aires Escénica quiere ir un poco más allá. La intimidad espacial se comparte con los otros espectadores, teniendo que resignar en ocasiones el punto de vista o eligiendo uno de los muchos elementos que el azar nos ofrece como nutriente de esa ficción momentánea (juguetes abandonados en el piso, el reflejo de los otros en el espejo, un tarro de café sobre la mesada...), pero son los personajes los que nos habilitan en esa intimidad. No nos ignoran. Nos descubren. Sin sorpresa excesiva. Asumiendo quizá que todos contamos con múltiples observadores anónimos a los que ni percibimos.

Y una vez que nos descubren, nos cuestionan. Nos convierten en cómplices de sus inseguridades y certezas. La propuesta textual de Matías Feldman construye un hilo de pensamiento casi cinematográfico. La fragmentación, la libre asociación de ideas e imágenes termina por definir algo que bien podría ser una voz en off. Esa voz censora y problemática que cada quien escucha dentro de sí. Únicamente cuando los personajes se encuentran entre sí reaparece un hablar más cotidiano, menos depurado. Un hablar improvisado donde se olvidan de sus observadores para tratar de comunicarse entre ellos sin mucho éxito. Los personajes elegidos para esta primera prueba son los miembros de una familia, ese núcleo cotidiano donde siempre se corre el riesgo de cierta invisibilidad. Quien no me escucha, no me entiende. Y tarde o temprano deja de verme. Entonces yo dejo de ser alguien, pierdo mi papel, mi rol. Con humor y pequeños gestos que exploran el absurdo cotidiano se nos introduce en esta serie de inquietudes.

La ficción se articula sobre principios tan frágiles como la realidad. Pero estamos acostumbrados a exigirle "resultados". La ficción debe "funcionar". Y paradójicamente una ficción funciona cuando su verosímil resulta creíble. Buenos Aires Escénica investiga sobre estos principios persiguiendo que el espectador abandone su pasividad para ser una parte vital de lo observado.

El espectador activo de esta Prueba no se define únicamente por su desplazamiento en esos espacios íntimos, por dónde se para, qué mira, o cuánto opina. Su participación activa está en la misma instancia que la del lector ideal. Ese lector que la teoría literaria define como activo, avisado, incluso "macho". Ese lector que (re)escribe lo que lee. Acá, el espectador activo elabora no sólo gracias a lo que ve, también gracias a lo que no ve, a lo que logra escuchar, a lo que imagina tras las paredes y al valor simbólico que esos personajes poseen como parte de un estereotipo siempre renovado: la misteriosa e inagotable "familia tipo".

El pacto que se firma entre actores y espectadores es tan flexible como complejo. Vos, actor, vas a mentirme, y yo, voy a creerte porque vos lograrás que me olvide de todo, de mí, por supuesto, pero también de vos. Veré en vos lo que quieras que vea. Serás un anciano o un niño de ocho años. No me molestará. Te dejaré jugar. Ser. Creeré en vos más que vos mismo. Y los dos nos demostraremos que este invento del teatro sigue siendo posible y aún tiene muchas lecciones y sorpresas para darnos.


Prueba I: "El espectador"

Con: Javier Drolas, Juliana Muras, Guido Losantos, Braian Kobla. 
Ambientación: Soledad Ruiz Calderón.
Fotografía: Mariana Roveda.
Investigación: Jimena Trombetta.
Asistencia de producción: Poppy Murray.
Colaboración artística: Luciano Suardi, Maitina De Marco, Lorena Vega. 
Dramaturgia y dirección: Matías Feldman. 


Buenos Aires Escénica
http://baescenica.wordpress.com/

Notas a tus pies

"El amor es un sentimiento que no presupone ningún mérito en la persona que lo suscita. No compromete a ningún reconocimiento ni exige gratitud alguna en la medida en que se trata de una voluntad que no es la nuestra. Esto es el amor: deseo  inopinado sujeto al hastío, siervo del tiempo". Quignard.






Los caminos del amor son inescrutables. El amor en sí mismo lo es. Mi idea del amor jamás coincidirá con la tuya. No habrá dos personas que acierten a definirlo de la misma manera. Quizá coincidan en frases tópicas, las de los calendarios y sobrecitos de azúcar, pero no en lo medular. Mi amor es sólo mío, mi experiencia, mi aprendizaje y, quizá sobre todo, mi modo de expresarlo. Todo esto es cierto, sin embargo... ¿Cuánto de nuestra exquisita sensibilidad compartimos con los otros?

La lectura de Correo sentimental, novela de Valeria Iglesias editada en la colección Potlach de Pánico el Pánico, proporciona reflexiones tan genuinas que se sienten robadas a esa íntima voz en off que todos llevamos dentro. "Usar la palabra amor en ciertos contextos requiere la destreza de un neurocirujano para no provocar desastres", escribe la protagonista. Y todos sabemos de lo que habla. Todos hemos estado en esa estación viendo llover.

Correo sentimental es el diario minucioso de una experiencia amorosa. Una mujer escribe infinitos emails al objeto de su amor y su deseo. Emails que nunca envía. Y, no puede ser de otra forma, lo que comienza siendo un intento de clarificar sus emociones para el otro: me gustas por esto y por aquello, te quiero así pese a que... termina convirtiéndose en una disección de ella misma.

"Descubrir que hay cosas que no me digo, que todo esto son cosas que no quise decirme a mí misma durante años".

La protagonista de la novela es escritora, editora. Eso marca la diferencia. La escritura como forma de vida atraviesa cada cosa y logra que ese zumbido constante y agudo del delirio amoroso se transforme en un hilo de pensamiento sostenido que no precisa de grandes acontecimientos para avanzar. El amor crece en las pausas, en los silencios herméticos del otro, en la soledad. Se riega con cada hipótesis elaborada que jamás llega a probarse. "No me importan las hipótesis porque yo con vos tengo ganas de tener una relación y no un campo de investigación científica", afirma rotunda.

Correo sentimental no es una novela de amor. El amor es la excusa pero termina convirtiéndose en el motor de algo más: de la obra. La justificación de una escritura imparable donde autora y lector se unen en una absurda comunión. Los emails se acumulan como borradores. El amor crece a la par que la escritura pero en la obra adquiere una vitalidad y una eficacia que no posee en la realidad. "Te estás convirtiendo en un personaje de ficción que construyo día a día". Un personaje atento, mejorado, con infinita capacidad de escucha. Un personaje con el que todo es posible. De eso se nutre el pulso de su escritura vorágine. Y ella, la mujer que escribe esos borradores, lo sabe. Estar enamorada apenas es una forma. Qué hacer con ese estado se convierte en el fondo.

La lectura de Correo sentimental nos deja la extraña sensación de que ese peculiar narrador omnisciente que a ratos nos acosa, es una voz común compartida por muchos. Nos obliga a considerar la impunidad que proporciona lo virtual. Podemos mentir, sí, podemos jugar con desconocidos y mantenernos a salvo en una práctica estéril del reflejo de conquista, pero también podemos ser espantosamente sinceros. "En lo que escribo hay una intimidad de mi pensamiento que no sé si quieras visitar", afirma ella. Podemos confesarnos, pelear con nosotros mismos para entregarnos a un ejercicio de transparencia desmedida, podemos ser valientes, obscenos, divertidos, provocadores, cursis, idiotas.

Podemos ser nosotros mismos. A solas.
Hay que saber que nada de eso hará que alguien nos ame más, mejor, o un poco.
Nunca fue tan inútil ser romántico.

**

Valeria Iglesias, Correo sentimental, ed. Pánico el Pánico, Bs. As, 2012. 

Prueba I: El espectador

Compañía Buenos Aires Escénica está integrada por Matías Feldman y un grupo de actores que hicieron hace unos años la destacada obra Reflejos. Este año se propusieron un trabajo llamado Proyecto Pruebas, que consiste en una serie de diez ejercicios de interrogación en torno de lo escénico. 

El primer episodio será Prueba I: El espectador, en diciembre vendrá la Prueba II: La desintegración y en marzo del año que viene la Prueba III: Las convenciones. Este primer episodio es una investigación y reflexión acerca del lugar del espectador en el hecho teatral. ¿Qué sucede cuando el espectador que mira es mirado? ¿Y qué ocurre cuando aquello que mira al espectador es la ficción? Con Javier Drolas, Juliana Muras, Guido Losantos y Braian Kobla.
Miércoles 14, 21 y 28, a las 14.30 y 16.Domingos 18, 25 de agosto y 1o de septiembre a las 18.30 y 20. Reservas a baescenica@gmail.com
 Teatro Defensores de Bravard (Bravard 1178)
Entrada libre y gratuita.


Zarandeando

Fragmentos de una entrevista a La Zaranda, sobre su obra El régimen del pienso, que estará hasta el 25 de agosto en el Teatro Nacional Cervantes. 


"Por la razón que sea, en algún momento, uno deja de creer en el teatro, pero el teatro cree en uno, y no queda más remedio que seguir y ser obediente, porque, en definitiva, ahí está nuestra búsqueda. En ese lugar nos reencontramos, y por ahí hallamos belleza en lo que también antes considerábamos bello".

**
... el actor, como el director y el autor deben desaparecer y dejar que aparezca la obra. El teatro es una manera de pasar por la vida y un ejercicio de obediencia y humildad.

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F. P. S.: –Hemos tratado de cambiar un poco más, pero no hay manera...
E. C.: –No estoy de acuerdo con Paco. Hay diferencias. Este trabajo es un punto de ruptura, aunque sigamos expresando lo que de verdad nos toca: la muerte, las devastaciones del tiempo...
F. P. S.: –Es cierto que la atracción por el objeto es distinta y hay muy pocos elementos sobre el escenario.
E. C.: –Tampoco los objetos tienen la belleza de las obras anteriores.
F. P. S.: –Llegamos a pensar que esos objetos se estaban poniendo de moda.
E. C.: Que se habían transformado en decorado de escaparates, como el avioncito de Futuros difuntos o el caballito del carrusel de Ni sombra de lo que fuimos. Cuando los objetos se vulgarizan no sirven. Como en todo, la estética es mudable, la poética no.

La Zaranda en el Teatro Cervantes


El próximo jueves 15 llega al Teatro Nacional Cervantes El régimen del pienso, última obra de la compañía española La Zaranda (Teatro Inestable de la Andalucía Baja). 

La Zaranda es una de las pocas compañías de teatro españolas que ha logrado mantener a lo largo de su trayectoria un universo creador poético, personal y poderoso.

Experiencia recomendadísima.

Estarán desde el 15 al 25 de agosto. 
Funciones de miércoles a domingo. 

http://www.teatrocervantes.gov.ar/nuevo_sitio/




Alcón sucede

Obviedad: el teatro es un arte poderoso. Logra imponerse en las peores condiciones. Sabe aparecer en el peor de los contextos. Por ejemplo, logra, muy de cuando en cuando, hacerse presente en los escenarios oficiales del teatro mundial. El teatro "oficial" es irregular, pobre y gris en todos lados, es así. Sus características son esas. Casi resulta tentador pensar que está bien que así sea, porque gracias a esa pobreza nace otro tipo de teatro. Nadie quiere hacer un teatro como ese. Y en el esfuerzo titánico por distanciarse de eso el teatro muta, crece y, una y otra vez, demuestra ser ingobernable y más fuerte que todos los creadores bienintencionados. (Ay, la maldad de las buenas intenciones...)

Por eso, porque el teatro es a pesar de quienes lo hacemos, es posible que en medio de uno de esos montajes oficiales obscenamente grandilocuentes, subvencionados, huecos y sin alma, se produzca el milagro y el teatro suceda. Alcanza con una frase, un gesto. Algo en todo ese tinglado se ilumina y el escenario deja de ser un lugar donde transcurre la "puesta en escena", para convertirse en un campo minado de milagros que esperan detonarse.

Final de partida, la puesta dirigida por Alfredo Alcón que termina estos días su temporada en el Teatro San Martín, goza de todos los defectos propios del teatro oficial en los que no ahondaremos por aburrimiento, paradoja y dolorosa contractura. No importan. Pocos fueron a ver Final de Partida. Muchos fuimos a ver a Alcón. Fuimos a ver cómo lo hacía. Qué hacía. Esta vez.

Una función de Alcón es una clase magistral de actuación. Por suerte, no toda la platea de la Casacuberta aspira a ejercer semejante oficio pero, para todos los que sí, siendo que en esta ciudad somos legión, verlo laburar a Alcón es una experiencia artística, técnica y sensorial inolvidable. Por más "peros" que haya alrededor.

Sobrealimentados y excesivamente acostumbrados a las (in)comodidades del teatro off, y a las del off del off; abrumados por generar experiencias distintas, intimismos desmedidos, hiperrealismos, excitados por la fuerza del susurro y los altos vuelos de la creatividad forjada en el cero presupuesto, resulta fácil olvidar, obviar o incluso desconocer, las exigencias y herramientas del oficio actoral. Noventa minutos con Alcón sirven para recordarlas todas y para entender que la actuación es una disciplina tan profunda e infinita como actores existen.

¿Hay que describirlo? ¿Acaso es posible? ¿Tiene algún sentido descuartizar la técnica que constituye el alma de un personaje en escena? ¿Entrar a analizar cada sutileza, los aciertos, las precisiones? No. Realmente no.

Hoy Alcón hará una nueva función. Y todo será distinto.

No obstante, nos atrevemos a apostar por la repetición de algo: esa platea inmensa, anónima, que llega con todas sus expectativas y recomendaciones. O no. Esa multitud que está ahí porque sí, porque van siempre o porque alguien los invitó. Ese público entre los que habrá fanáticos beckettianos y gente que nunca se asomó a sus palabras y que recién ahí van a merendarse algo inesperado... Todos ellos comenzarán la función como un hormiguero inquieto donde se multiplicarán las toses, los zumbidos y luces de los malditos celulares, los papelitos de los putos caramelos, los inevitables comentarios a media voz sobre la salud y la edad de Alcón, los chistidos de los que reclaman el silencio que tal solemnidad exige, el ruido de esas misteriosas bolsas que se abren y cierran buscando quién sabe qué mierda imprescindible para el dueño...

Insistimos: todos ellos. Todos en algún momento lograrán quedarse quietos y callados. Alguno se habrá dormido, sí. Pasa. Pero los que no, los que sobrevivieron a los inconvenientes de la puesta, los que lograron escuchar, los que se conmovieron con una frase repetida, los que sintieron que algo de esa historia, de sus personajes, les pertenecía, estarán ahí, en manos de Alcón. Y sabrán que algo les sucedió.

Quizá sólo se vaya al teatro, se siga yendo, para eso, para que un hombre, una mujer, el actor, la actriz, se conviertan en algo que nos sucede.

Quizá.


Final de partida. 

Texto: Samuel Beckett. 
Adaptación: Francisco Javier. 
Con: Alfredo Alcón, Graciela Araujo, Roberto Castro, Joaquín Furriel. 
Vestuario: Mirta Liñeiro. 
Escenografía: Norberto Laino. 
Iluminación: Gonzalo Córdova. 
Apuntador: Lautaro Ostrovsky. 
Asistencia técnica: Franco Battista. 
Producción: Complejo Teatral Buenos Aires, Pablo Kompel. 
Dirección: Alfredo Alcón. 

Teatro San Martín.
Hasta el 4 de agosto.