Berger, sobre Giacometti *


Un día, alguien le preguntó a Alberto: "Cuando sus esculturas por fin deban dejar el estudio, ¿a dónde deberían ir? ¿A un museo? Él respondió: "No, sepúltenlas en la tierra, así pueden servir de puente entre los vivos y los muertos".

Lo irreductible era el ideal de Giacometti. Sus figuras están allí, con lo que queda después de que el aire y la luz y el uso se dispersaron con el resto de las cosas. ¿Son como esqueletos? Todo lo contrario. Tratan sobre lo que la anatomía no puede clasificar ni identificar. Muestran cómo, en las profundidades de un cuerpo, existe una interfaz, una piel compartida entre lo físico y lo metafísico.

La mayoría de los retratos de la historia del arte aluden, primero, al género y a la clase y el entorno al que pertenecían los modelos; segundo, a lo que tenía de particular y único el sujeto que posaba. (...) Cada uno de los retratos esculpidos de Giacometti parecen presentar un ser irreductible, que sólo entonces resulta ser mujer un hombre, joven o anciano, filósofo o chica de gángster. Cada uno de sus retratos es como un nombre de pila fundido en bronce.


* Fragmentos de una nota publicada por John Berger en la revista Dulce Equis Negra, n°3, Buenos Aires, abril 2006, pp. 38-51.

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Últimos días para ver la exposición de Giacometti en la Fundación Proa. Hasta el 9 de enero. 

http://proa.org/esp/exhibition-alberto-giacometti.php