Otras razones para amar a Ray Loriga

¿No es el amor al fin y al cabo una repulsiva curiosidad por los otros, por el alcance de nuestras armas y por el alcance de las armas del , por cómo nos ven los otros, por cómo nos resumen los demás a cifras exactas, centímetros, nóminas, ganancias, pérdidas, compromisos, vaya usted a saber qué? Porque follamos con el alma encogida pensando en qué habrá después, o nos dejamos llevar y por un segundo entramos en las entrañas mismas de nuestro monstruo más amable, pero salimos intactos, indemnes, mojados, sucios de nosotros mismos, felices. Viva el amor entonces, pero, ¿y si el amor que sentimos destruye el amor que sienten por nosotros y el amor, como todo, no es más que una maldad?

"La bondad del asesino".

**

Había nacido, sin saberlo, como nacen algunas personas, con una extraña querencia por lo excepcional. Una maldición, sin lugar a dudas, que atormenta a algunos seres no excepcionales, aquellos que intuyen que existe un tesoro enterrado, pero no tienen el mapa, ni el barco, ni la audacia, ni nada.

**

Tal vez enamorarse es una decisión unilateral y que escapa a la razón.

**

Cuando muera, piensa Gini, en mi lápida pondrán: No se detuvo ante nada ni nadie: Ni ante el absurdo, ni ante el hueco que se abre entre las cosas que queremos y las razones imprecisas por las que las queremos, ni ante la frustración provocada por todos los fracasos anteriores, ni ante la opinión de los demás, ni siquiera ante la propia opinión, a menudo la más rigurosa, y no se detuvo, por fin, ante la imprecisión de sus propios objetivos. En suma, GINI NO SE DETUVO.

Por supuesto, será una lápida muy grande.


"Virginia se enamora".

Ray Loriga.

Días aún más extraños, ed. El Aleph, Barcelona, 2007.