Emilia. Pieza de ensayo.



Anoche estuvimos entre los privilegiados que presenciaron un ensayo de Emilia, la nueva obra de Claudio Tolcachir que se estrenará el próximo jueves en Timbre 4. Esta fue la segunda semana donde las puertas de la sala se abrieron incondicionalmente para que todos los alumnos de la escuela que lo deseen puedan asomarse a las tripas del proceso creativo. No son ensayos tímidos con dos o tres personas atribulados en una esquina, no. Son ensayos multitudinarios donde director y actores, con una generosidad fuera de lo común, sin pudores, sin trucos, están terminando de apuntalar la precisa maquinaria de una obra en construcción. Se compartieron ensayos donde primaba el trabajo actoral sobre el texto, ensayos donde la escenografía se mostraba a corazón abierto, aún en proceso, ensayos sin luces y, de un día para otro, elementos definidos, objetos encontrados, acciones fijadas, propuestas de iluminación con sutiles variaciones diarias y, por supuesto, personajes cada vez más rotundos, redondos, profundos.

Timbre 4 es un espacio donde a menudo reina la excepción. La unión entre escuela y sala de teatro que estuvo presente desde sus orígenes se ha consolidado como uno de sus valores fundantes. Se fomenta la creatividad, la autogestión y la productividad del alumnado. Se les interroga constantemente sobre qué obras vieron en la semana. En esa dinámica ya instalada que Tolcachir invite a seiscientos alumnos a presenciar los ensayos de una obra a punto de estrenar es un gesto que podría pasar desapercibido, sobre el que, sin embargo, elegimos deternos porque encontramos en él la perfecta comunión entre teoría y práctica del hecho teatral.

Estudiantes de teatro con dudas sobre su vocación, futuros actores para los que no hay otro camino posible, actores que ya laburan pero eligieron volver a un taller donde reencontrarse con ese "algo" que tantas veces parece extraviarse en el camino... Todos ellos conforman un público ideal donde se aúnan admiración y expectativas desmedidas. A ellos, parapetados tras sus imprescindibles dudas y certezas, hay que enamorarlos nuevamente. Recordarles qué los llevó a elegir el teatro, mostrarles su complejidad pero también su infinita potencialidad. Ofrecerles ejemplos cotidianos donde esfuerzo y actitud se traducen en talento. Y también hay que desafiarlos. Ofrecerles algo de lo que deseen ser parte. Una obra que despierte en ellos el deseo inmediato de actuar o de contar su propia historia. Todas esas pulsiones, consciente o inconscientemente, están presentes en los extraordinarios ensayos de estos días.

Por otro lado, cómo no, Tolcachir, su impecable elenco y cada uno de los creadores que forma parte del equipo, están atentos a las reacciones de ese público, cómo se desvela el relato, cuándo comienza a instalarse cada clima, si el ritmo se mantiene, qué se recibe, cuánto, dónde, si el espacio acompaña, si algo distrae o sobra... Todos aprenden algo, tanto los creadores como ese público específico que trata de desentrañar los misterios de un arte al que ama.

Son muchas las condiciones ideales acá mencionadas. Hay algo de insólito y desmedido en todo ello pero cualquiera que haya tenido oportunidad de laburar con Tolcachir recordará que goza de cierta habilidad para gestionar el imposible.

Alberto Ure, reflexionando sobre el ensayo y su importancia como campo de trabajo afirmaba: "El grupo que funciona ya no es una suma de personas sino otra cosa "más que humana" que se conecta con sus semejantes y consigo misma utilizando maniobras que no pueden ser llamadas conceptos ni sentimientos o que lo son sólo por extensión. El grupo está formado por los que ensayan y por todos los que, de una u otra manera, participan de la actividad - escenógrafos, vestuaristas, iluminadores, técnicos, productores, agentes de prensa -, por el espacio que eligen para ensayar, por la tradición de la institución donde se constituyen si es alguna, por los grupos anteriores y por los que le son contemporáneos. Serán muchos o pocos, pero serán un grupo, lo serán aunque crean que son una familia feliz o una casualidad".

Asistir a un ensayo de Emilia es una suerte de feliz casualidad que habilita la posibilidad de estar en el mejor de los lugares posibles para recibir una lección magistral de teatro.

Se estrena el 11 de abril. Dejamos para entonces nuestro humilde comentario sobre la obra en sí, pero les recomendamos que vayan reservando entradas.

Emilia.
Texto y dirección: Claudio Tolcachir.
Actúan: Elena Boggan, Gabo Correa, Adriana Ferrer, Francisco Lumerman, Carlos Portaluppi.
Diseño de escenografía: Gonzalo Córdoba Estevez.
Diseño de luces: Ricardo Sica.
Asistencia de dirección: Gonzalo Córdoba Estevez.
Producción general: Maxime Seugé, Jonathan Zak.

Timbre 4.
México 3554.
Jueves 21h. / Sábados 21 y 23.15h.