Luciano Rivas



Dibujante, ilustrador. 


¿Cómo te definís profesionalmente?
Hago varias cosas pero creería que más que nada soy dibujante/ilustrador, seguido por una fila de subgéneros.
¿Sabés por qué te dedicás a esto?
Es lo que mejor me salió siempre, aparte de ser lo que más me gusta. Me apasionó desde temprano. No sirvo para trabajar en el puerto o en un taller mecánico, por ejemplo. Ja.
¿Qué disciplinas resultaron fundamentales en tu formación?
La cultura pop del siglo XX. Películas, historietas, libros, la música, la tele, por nombrar las cosas más generales
¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu trabajo?
Imagino que es a abrir mucho mi cabeza, explorar todo tipo de formas y estilos e ir mutando sin quedarme en uno solo. Ir incorporando cosas para hacer más dócil mi laburo. Esto lo implemento en la vida misma, aprender a ser una persona abierta.
¿Y lo más hermoso?
¡Justamente! Lo bueno de poder disfrutar de igual manera, cosas totalmente diferentes.
¿Cuáles considerás que son tus principales fuentes e influencias creativas?
Lo mismo que me formó, básicamente, la cultura del siglo XX.
¿Qué es lo que más te duele a la hora de ejercer tu vocación?
Tal vez, lo difícil que es vivir de esto.
¿Crees haber sacrificado algo importante para dedicarte a esto?
Creería que no. Al menos no tanto como para incluir la palabra “sacrificio”. Mi vida se fue formando en el mismo camino de vivir, nunca tuve una balanza en frente que me diga “elegí: el arte, o esto” .
¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado? ¿Todos llegaron a mostrarse o estrenarse?
El más importante fue el proyecto “La gran 7”, en el cual ocho artistas (Alan Dimaro, Ruben Gauna, Juani Navarro, Lula Limón, Cons Kamikaze, Leona Leoni, Gonzalo Varas y yo) publicábamos individualmente a diario una historieta autoconclusiva partiendo de un tema principal semanal. El proyecto arrancó en agosto del 2014, pero finalmente fue en el primer cuatrimestre del 2015 que sacamos el formato físico. El libro recopila esa primera temporada de laburo.
También en simultáneo, publicando semanalmente en la web mi tira autobiográfica “Y yo sin birome para rebobinar el cassette”. La tentación de arrancar otro proyecto historietil, el cual finalmente colgué y solo llegué a hacer el “capítulo piloto” llamado “Vbani De Guerl”, que salió publicado en el fanzine La Gran peste.
Después, bueno, ilustraciones, pinturas y diseños a pedido y también por puro ocio.
¿Cuántos te esperan ahora?
No lo tengo del todo claro en este momento, por lo pronto sigo publicando religiosamente por semana, la tira “Y yo sin birome…”.
Tal vez retome Vbani De Guerl o encare otro proyecto que me viene dando vuelta hace un tiempo. En lo que es “formato físico”, ando con ganas de hacer unas tiradas de un proyecto que terminé hace un par de años que se llamó “Gud As Jel”. Exploraba mucho el estilo de las viejas tiras cómicas basadas en el estilo de Max Fleischer, Merry melodies y toda esa camada dibujos de la primer mitad de siglo, pero con cierta connotación más actual, a veces.
 ¿Cuál es el proyecto al que dedicaste más tiempo hasta la fecha?
Y yo sin birome para rebobinar el cassette”, que ya va por el cuarto año.
¿Cómo lo recordás? ¿Qué hubo de bueno y de malo?
Al ser una historieta autobiográfica, el guión está siempre a la orden del día, eso es bueno. Mi fuente de inspiración es mi propia vida y el suceso más relevante de esa semana que pasó. A veces es algo gracioso, a veces triste, a veces serio o a veces es algo que pasa adentro de mi cabeza y quiero exorcizar.
Arrancó como una especie de terapia, un desahogo personal por todo lo que tenía guardado en ese periodo de mi vida donde no estaba muy feliz. Aparte, hacía ya 8 años que no hacía historietas. Por ese entonces únicamente hacía ilustraciones y pinturas y la idea de arrancar fue después de leer American Splendor y otros comix autobiográficos.
Lo malo por ahí es sentir la responsabilidad psicológica de tener que publicar semanalmente cuando por momentos no tengo ganas por diferentes motivos. Paré durante unos dos meses, porque los tiempos no me daban, y usé eso también para replantearme si realmente quería seguir con la publicación. A fines de diciembre las ganas volvieron así que retomé.
¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas?
Lamentablemente, no me alcanza. Cuento con otra actividad.
¿Con qué otras artes te relacionas habitualmente?
Además de hacer historietas, hago ilustraciones, pintura, escultura y música.
¿Qué es lo más absurdo que has hecho por amor al arte?
Pintar un mural en los cimientos de una chanchería abandonada donde se hizo una fiesta electrónica, en el medio de la nada, a las afueras de la ciudad donde vivo (Puerto Madryn). No sé si se puede definir como absurdo, pero fue curioso. Nunca había hecho algo así.
¿Hay algo que no volverías a hacer?
Hacer algún laburo “de onda”, para alguien que no conozco. Cuando me lo recriminan siempre les digo lo mismo “¿vos le pedirías de onda a un albañil que te haga una casa?”
¿Qué estás leyendo?
Lo último que leí fue Pueblo chico de Juani Navarro y Muerta en Buenos Aires de Ruben Gauna, ambos colegas en el mundo historietil y dos artistas que admiro mucho. Estaba por arrancar a leer el diario de Frida Kahlo, que fue un regalo que me trajo mi prima desde México, pero nunca me hago tiempo porque siempre estoy haciendo otra cosa. Tal vez no es el momento.
¿Qué autores recomendás siempre?
Dentro del ámbito en el que me muevo, siempre recomiendo a Robert Crumb, Jamie Hewlett, Charles Burns, Daniel Clowes, Raymond Pettibom y otros que en este momento no se me vienen a la cabeza.


¿Qué películas volvés a ver una y otra vez?
Todas las de Star Wars, la trilogía de Evil Dead, la trilogía de Volver al futuro. Todas las de Tarantino, el cine de acción o fantasía de los 80’s con el cual crecí. Terminator, Predator, Robocop, o clásicos de otras décadas como como las películas de James Dean, Buster Keaton, Harry el sucio, la lista sigue.


¿Qué artistas – de cualquier ámbito - te resultan imprescindibles?
David Bowie, Bob Dylan, Van Gogh, Frida Kahlo, Buster Keaton… Tantos
¿Qué buscás en la gente con la que elegís laburar?
Responsabilidad, códigos.
¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Sí, algunas veces les muestro mis laburos a amigos cercanos o colegas que están en la misma que yo. Aunque a veces me pasa de pedir un consejo y hacer exactamente lo contrario a lo que me dijeron.
¿Pedís subsidios para tus proyectos? 
No. Siempre autogestiono mis proyectos, pero no descarto la idea.
¿Por qué?
No sé, nunca se me dio por hacerlo.
¿Por qué vivís en Puerto Madryn?
La vida me trajo de nuevo para acá hace algunos años. Mi vida siempre fue idas y venidas entre Madryn y Rosario. Soy rosarino. Este año podría buscar nuevos rumbos.
¿Hay algún viaje que marcara un antes y un después en tu trabajo?
No viajes, pero si algunas decisiones, como arrancar Bellas Artes en Rosario. Antes de eso únicamente hacía comix.
¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo proyecto entre manos?
Cuando termino de atar todos los cabos y creo que puede ser mostrado.
¿Sentís que tenés un sistema personal de trabajo?
Soy mucho más creativo en la noche. Rara vez se me ve haciendo algo durante el día. Mi momento es la madrugada, entre música y mates.
¿Qué hay en tu lista de cosas pendientes?
Publicar más cosas en formato físico y menos en formato digital. Aunque siempre ayuda, no voy a negarlo. Viajar este año.
¿Tenés un panorama claro de lo que vendría siendo tu trayectoria?
No muy claro. Solo sé que trato de meterme en toda rama artística y me alimento de eso para acoplarlo a mi estilo, que es lo que soy hoy.
¿Qué es lo que más te preocupa en tu futuro?
No suelo pensar en el futuro - a pesar que debería- . Soy muy de pensar en lo que me pasa en el momento e ir con la corriente. Si tengo que pensar en algo que me preocupe, serían mi economía y mi salud, tal vez.
¿Qué hacés cuando no estás trabajando?  
Ensayando con mi banda, viendo películas, o craneando algún proyecto, siempre. Ah, también estoy en internet más de lo que debería.
¿Si no te dedicaras a esto qué estarías haciendo?
¡Qué difícil! No sabría qué contestar. Soy tan devoto de esto que no me imagino haciendo otra cosa. Haciendo lo que haga, siempre estaría ligado al arte de una u otra forma.



La dramaturgia como práctica de fe / o como fe práctica (I)

A lo largo de las próximas semanas iremos compartiendo en el blog una serie de apuntes que surgieron a raíz de nuestro paso por el taller de dramaturgia de Mauricio Kartun en 2015. No se trata de un diario de aquellas clases, sino de un pequeño desarrollo personal e impresionista de algunas de las ideas que más nos fascinaron en esos meses. Nos gusta pensar que abrimos una pequeña ventana para todos los que están lejos o no han tenido aún ocasión de conocer a este generoso e inspirador maestro para quien todo es materia prima de posible obra. 
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“La enseñanza artística posee gran cantidad de zonas inefables”. Mauricio Kartun.
 Mauricio Kartun, maestro de dramaturgos argentino sobradamente conocido, imparte todos los años un taller cuatrimestral en su estudio de Buenos Aires. La escritura de estas notas se nutre del tiempo disfrutado en ese taller entre abril y julio de 2015. Cada semana Kartun recibe grupos de sesenta personas deseosos de encontrar quién sabe qué llave, herramienta o guía que sostenga su propósito de escribir una obra de teatro. Quizá no sea el objetivo final de todos los presentes pero sirve como excusa para reunirlos. Resulta difícil determinar las razones por las que alguien en pleno siglo XXI invierte tiempo y dinero en unas charlas que, se advierte el primer día, no harán magia, es decir, no lograrán que se escriba una obra de un soplido, sin embargo, puesto que la maestría de Kartun es admirada, su criterio respetado y su persona amada como pocas dentro y fuera del ambiente teatrero, se acude con la certeza de que lo que suceda en esos meses resultará inspirador y, como tal, bienvenido. Si hay suerte, quizá se consiga sistematizar la teoría, reflexiones, experiencias, consejos y prácticas. Sea como fuere, no cabe duda de que esos cuatro meses se conciben como una introducción a lo que puede ser un camino de ida: la dramaturgia como modo de vida y, por extensión, el teatro como un lugar donde quedarse a vivir. Humildemente nos proponemos desgranar algunas de las cuestiones abordadas en esos encuentros y reflexionar sobre la dramaturgia como vocación y posible profesión, es decir, como acción de fe.  

“También este poema es posible que sea una trampa, un escenario más”. Alejandra Pizarnik.

Escribir. Un despropósito. Escribir poesía. Un sinsentido. Escribir teatro. ¿Quién se atreve? ¿La escritura dramatúrgica existe? ¿Qué es? ¿Una destilación exótica de los otros géneros? ¿En qué consiste exactamente ese deporte de alto riesgo? Si el autor murió, ¿el dramaturgo se extinguió?
En el cortísimo callejón de la fama de los dramaturgos, titilan en viejos neones a los que hace rato se les quemaron unas cuantas luces, los nombres de un puñado de superhéroes. Sófocles, Molière, Calderón, Shakespeare, Pirandello, Ionesco, Pinter, Williams, Miller, Beckett, Koltés… 
Aunque el s. XX multiplica los apellidos invocados, vemos que brillan por su ausencia en esos neones desvencijados, las mujeres. Deben estar, sí, pero el apuntador que debiera mencionarlas parece dormirse siempre a esa altura de la pieza. Podrá la arqueología reivindicatoria y sus autopsias pertinentes rescatar unos cuantos nombres, pero hará falta otro mundo para que sus obras ocupen un lugar en ese tercio del único estante dedicado al teatro en las librerías.
Gran parte de la Historia del Arte se escribe sobre sus objetos, lo que queda, sus ruinas. No es de extrañar entonces que el teatro ni siquiera aplique a ser considerado como disciplina en sus programas de estudio. El teatro deja pocas huellas, casi ninguna pista. No lloremos. Los planes de estudio de Historia del Arte rara vez consideran la poesía o la danza, y la fotografía y el cine no dejan de ser secundarias en sus gruesos catálogos tomados por la arquitectura, la escultura y la pintura. Ellos se lo pierden. Los estudiantes. Pero solo momentáneamente. Tarde o temprano, aquellos interesados en vivir, tropezarán con la vida.
Afirma Kartun, como si de un mantra se tratara, que “uno es el poeta que puede, no el que quiere”. La sencillez de esa idea nos anima a sumarnos hoy a los peripatéticos que rondan ese callejón de neones envejecidos al acecho de cualquier imagen que los deje a la puerta de una buena historia.
Si exprimimos a cualquier artista, su esencia será poética. Sin importar la disciplina en que ejerza, todo el que ponga su conocimiento, herramientas, intuición y pasiones al servicio de una obra artística, será poeta. Poseerá una imaginación compleja articulada sobre lo que le rodea y sobre el modo en el que ha logrado interactuar, sobrevivir y dar réplica a la existencia. Forjará un imaginario que, de a poco, será cada vez más personal y, con suerte, llegará a ser original, es decir, tendrá que ver con él, con su azaroso origen, más que con sus influencias o contexto. Ese imaginario lo convertirá en un autor con voz, con un estilo identificable que otros definirán, caracterizarán y analizarán cuando sea pertinente. La práctica de su arte le llevará a rechazar el mundo conocido, a pretender otro, buscarlo, defenderlo. Inventarlo si fuera preciso. Siempre que sea preciso. Y en ese acto demiúrgico, creando un mundo a su medida y semejanza, estará revelando algo nuevo sobre este, el mundo conocido por todos. Hablará de la luz y/o de la sombra. Nos ayudará a observar qué hay ahí verdaderamente, qué posibilidades palpitan sin que lleguemos nunca a considerarlas porque estamos demasiado ocupados en el terror de la existencia. Que esa revelación llegue al mundo como edificio, fotografía, movimiento, composición musical, película… es anecdótico. En última instancia, todos esos artefactos son, y debiéramos recordarlo más a menudo, poemas. Poemas que invitan a ser leídos. Nos desafían. Nos animan a considerar la experiencia vital como un libro al alcance de la mano, un libro que no cesa de escribirse y que espera pacientemente nuestra lectura y nuestras siempre mutables conclusiones.

Hay una planta de flor muy sencilla conocida en algunos lugares como “ojo de poeta”. Ahí está, en esa imagen, la certeza de que el poeta es su mirada. Todo aquel que cede parte de su vida o la ocupa en el desarrollo de una expresión artística, lo hace movido por ese ojo de poeta, un ojo distinto que nos revelará lo que siempre estuvo ahí. 

m.trigo



Opinión pública

Hasta los mismísimos huevos de mis ovarios me tienen tos los políticos. Las bolas llenísimas de tos mis ovarios, se me explotan ahí dentro los huevos de los niños que no van a nacer porque traerlos a este mundo de mierda... No sé yo cómo la juventud sigue teniendo hijos, qué, diosmío, qué, pa qué traer hijos a sufrir con estos ladrones, con esta corrupción que hay en tos laos, por tos los países, porque sí, antes la gente migraba, migraba y pensaba que iba a ir mejor en otro sitio porque había tierra dorada por ahí lejos. Estaba la América los sueños y estaba la Europa las catedrales, hacerse artista, verse qué se sabe. Ahora no queda , ahora están igual de podríos en América que en Europa, qué se va a pensar ahora la gente, dónde van a irse con los hijos que están teniendo dónde, si no queda un puto agujero en el mapa por donde meterse. Por la entraña te va a meter los hijos, te lo va a terminar comiendo con patatas a tus hijos que estás teniendo ahora. Tanta felicidad. Que sí, que los pobres al final tenemos hijos porque son lo único que nos dejan tener como nuestro, como propio. A los hijos no los tenés que comprar, son nueve meses de cocinamiento y después tuyo pá toa la vida, pero hay que criarlo y eso el gobierno no te lo consiente. Lo tenés que criar de cualquier manera, viste, eso te complica la ilusión, porque hasta la luz te quieren cobrar como si la estuviera pariendo el mismo Zeus. Y no, la luz sale de donde siempre, de los botonitos esos que se tocan, coño, qué mal te importa. Por qué tiene que ser ahora con estos precios carísimos que nos están poniendo, pero de quién, carajo... Se estropeó el sol, se estropeó el sol, queda solo los ricos, una cosa que ha habío toa la vida pá los campos y pá tó, vaya, que hasta la biblia lo dice, porque a los campos, las aves, eso, Dios lo cuida, Dios lo administra al sol, que van a venir estos políticos del orto a decirme por dónde sale la luz, cuánto cuesta, que llega la factura y no puedes ni abrirla del miedo que te da. Es de mucho dolor todo, todo, todo. Antes una ponía la hornalla y con el gas te resolvía el invierno y ahora ni tan siquiera, porque ni siquiera, hasta el gas y los mates te están ahorcando al cuello, los políticos estos. De dónde mierda han salío esta gente, pensaba yo que esta gente se había muerto hace rato, pero no, mala hierba, no, mala hierba nunca... Piensan que van a vivir eternamente en una puta pirámide como los egipcios. Que no hombre que no, que no, que naciste en este país y acá se mueren tos antes o después, pero se mueren tos. Sin pirámide, sin recuerdo, ni memoria ni . Porque acá nos rebobina a unas velocidades que no se acuerda una ni de los apellidos de los padres. 

Manga de infierno imposible nos manda esta gente que no ha trabajao en su vida. Dónde se ha visto un político honrao, dónde. lo revientan y lo roban y no sabes ni dónde lo ponen y al final te enteras que en Panamá, ahí, ya ves, que no hay más que un canal, ahí están tos los ahorros de medio mundo y del extranjero también, en el canal. Eso tenían que hacer, abrirlos en canal, que se les salgan toas las monedas que deben estar juntando con tanta avaricia toa la puta vida, como si no fuera a morirse el prójimo por más rico que sea. Qué se piensan, qué van a llevarse a la tumba tos los millones que han juntao. No, señores, no, acá morimos tos igual, los van a incinerar y van a caber tos en una lata de coca cola, van a ver. 


m.trigo

Giselle Aronson










Fonoaudíologa. Escritora. 

¿Cómo te definís profesionalmente?
Como una laburante. Me gusta esa imagen. En lo profesional, no tuve herencias ni la suerte de estar en el lugar indicado, en el momento justo. Por eso, lo conseguido fue a base de trabajo.
¿Sabés por qué te dedicás a esto?
Supongo que fue el resultado de una búsqueda que podría haber culminado en alguna otra disciplina artística. Estoy segura que de cualquier modo habría desplegado algo relacionado al arte, ineludiblemente.
¿Qué disciplinas resultaron fundamentales en tu formación?
La música, la lingüística, el espacio terapéutico, el trabajo con la diversidad.
¿Qué es lo más útil que te ha enseñado tu trabajo?
La paciencia.
¿Y lo más hermoso?
Cuando alguien viene y te dice que se emocionó con un texto tuyo, cuando un colega destaca tu trabajo, cuando conocés gente maravillosa gracias a la escritura, cuando quedan vínculos que te hacen la vida más linda.
¿Cuáles considerás que son tus principales fuentes e influencias creativas?
Soy curiosa, todo lo que me llama la atención se vuelve fuente. La gente, los diálogos que escucho, canciones, historias que me cuentan, libros que leo, películas, noticias, viajes, pinturas, recuerdos. Creo que todo lo que vivo se fusiona como una especie de caleidoscopio y esa es la masa en la que se moldea lo que luego voy a escribir.
¿Crees haber sacrificado algo importante para dedicarte a esto?
Tiempo con mi familia, tiempo para mi otra vocación y tiempo de descanso.
¿En cuántos proyectos laburaste el año pasado?
En la escritura de una novela, en la continuidad de un taller literario que coordino y en la concreción de un ciclo de lecturas en Haedo.
¿Todos llegaron a mostrarse o estrenarse?
El taller sigue en marcha. La novela está en proceso de búsqueda de editorial. El ciclo se llama Crudo & Cocido, lo coordino junto a Fernando Veríssimo, Juan José Dimilta y Fernando Ghio. Arrancó en abril de 2015 y ya llevamos diez encuentros.
¿Cuántos te esperan ahora?
Tengo en la cabeza un proyecto que espero tome forma. Además, estoy en alerta constante, en ese estado de espera-búsqueda de la próxima historia que quiera escribir. Aún no aparece pero ya lo hará. Y me encantaría hacer radio: un programa literario, una columna, una participación.
¿Cuál es el proyecto al que dedicaste más tiempo hasta la fecha?
No sé si más tiempo cronológico pero Dos, la primera novela que escribí, fue el proyecto que más esfuerzo me demandó hasta hoy. Yo estaba muy cómoda en el género microficción y el cuento breve y poder entrar en la lógica narrativa de la novela me insumió un trabajo que no había tenido hasta entonces. Para la escritura de la segunda novela (aún inédita) ya tenía un recorrido hecho, un aprendizaje que, aunque no es garantía, me sirvió muchísimo.
¿Cómo lo recordás? ¿Qué hubo de bueno y de malo?
La escritura de Dos me abrió a otra cosa, supuso un desafío y un aprendizaje muy valioso. No recuerdo un aspecto “malo”, fue muy difícil pero eso se transformó en un aspecto más que bueno.
¿Vivís de lo que amás o tenés otra actividad que ayuda a pagar las cuentas?
Vivo de lo que también amo que es mi profesión de fonoaudióloga. Trabajo con niños con dificultades en el lenguaje, desde las más leves a las más complejas. Con eso pago las cuentas. Amo mis dos trabajos, la fonoaudiología me da de comer y la literatura le da un valor agregado a mi vida.
¿Con qué otras artes te relacionas habitualmente?
Con la música y el cine, generalmente.
¿Qué es lo más absurdo que has hecho por amor al arte?
Pagar por algo por lo que debí haber cobrado.
¿Hay algo que no volverías a hacer?
Reaccionar sin antes haber reflexionado cinco segundos.
¿Qué estás leyendo?
Eisejuaz, de Sara Gallardo.
¿Qué autores recomendás siempre?
John Berger, Isidoro Blaisten, Raúl Brasca, Silvina Ocampo, Simone de Beauvoir y un montón de amigos y amigas que no especifico para no olvidar a ninguno.
¿Qué películas volvés a ver una y otra vez?
No soy muy reincidente porque tengo miles en lista de espera pero cada tanto, bastante seguido, en mi mente se recrean escenas de Cinema ParadisoHable con ellaMatch PointEl pianistaSer digno de serEl encanto del erizoLa mala educaciónLe nom des gens (acá traducido como “Los nombres del amor”, que me parece un espanto), La vie en rose y más.
¿Qué artistas – de cualquier ámbito - te resultan imprescindibles?
En el rincón que se supone es mi lugar de escritura (que no es estable), tengo un corcho con fotografías de personas e imágenes que me inspiran. Allí están Borges, Cortázar, Pizarnik, Blaisten, Edit Piaf, Tita Merello, Virginia Woolf, Silvina Ocampo, Simone de Beauvoir, mis hijas, una foto mía de pequeña, una foto de un brote que sale, se impone entre los cerámicos del zócalo de mi patio. Tendría que agregar a Estela de Carlotto y Tina Turner.
¿Qué buscás en la gente con la que elegís laburar?
Compromiso con el trabajo. No me importa el grado, no me gusta medir pero sí, dentro de las posibilidades de cada uno, una apuesta, una mínima entrega.
¿Con quién hablás sobre tu trabajo? ¿Pedís consejo o asesoramiento a alguien de confianza?
Fernando Veríssimo, mi pareja, es quien lee en primer lugar, todo lo que escribo. Luego, amigos que son lectores calificados y críticos. Y, obviamente, si estoy trabajando el proyecto en taller o con seguimiento, con la persona que lo supervisa.
¿Pedís subsidios para tus proyectos? ¿A qué instituciones?
No, no pedí nunca.
¿Por qué?
Por desconfiada.
¿Por qué vivís en Buenos Aires?
Decir “por las vueltas de la vida” suena a lugar común pero es la mejor manera de explicar mi caso. Llegué a Capital primero y a Haedo después, por traslados laborales que implicaban una movilización familiar. Luego, cuando me divorcié, elegí quedarme acá porque mi nave ya estaba hecha en Haedo.
¿Hay algún viaje que marcara un antes y un después en tu trabajo?
En el 2011 participé de un congreso de microficción en Mendoza. Ese viaje y esa posibilidad me permitieron una apertura que yo no había soñado hasta ese momento. Conocí personas muy valiosas, tuve la oportunidad de ser escuchada y leída por toda una comunidad de escritores que me incluyó y me permitió crecer y desarrollarme en el ambiente de la microficción y que luego pude ir ampliando hacia otros géneros.
¿Cuándo te das cuenta de que tenés un nuevo proyecto entre manos?
Cuando se me impone. Casi al punto de la obsesión, podría decir.
¿Sentís que tenés un sistema personal de trabajo?
Sí, pero prefiero no hacerlo demasiado consciente. Tengo que la sensación de que si sigue siendo tácito, subyacente, casi desconocido, conservará su efectividad.
¿Qué hay en tu lista de cosas pendientes?
Un par de viajes, tejer un suéter a cada una de mis hijas, varias películas, decenas de libros por leer, alguna participación en radio, más actividad física, menos rollos perjudiciales, aprender a tocar cajón flamenco y darle más bola al ukelele.
¿Tenés un panorama claro de lo que vendría siendo tu trayectoria?
Búsqueda e incertidumbre. Pero vamos yendo.
¿Qué es lo que más te preocupa en tu futuro?
Que se resienta mi autonomía.
¿Qué hacés cuando no estás trabajando? 
Me ocupo de mis hijas, leo, duermo, salgo a pasear, cocino y curioseo por las redes sociales.
¿Si no te dedicaras a esto qué estarías haciendo?
Algo similar, algo relacionado con el lenguaje, algo artístico. De una u otra forma.

Qué desfile de hormigas

Pienso todo el tiempo qué palabras en fila, qué desfile de hormigas, orientaría el mundo nuevamente. Hacia dónde también. No tengo idea. Nunca entendí los mapas ni los quise, quizá eso explique mucho. En todo caso es tarde para considerar salidas de emergencia. Trabajo como puedo. Tallo cada perfil del diccionario como si fuera nuevo. Tendremos que aprender todo otra vez, porque el amor, mi amor, se ha convertido en todo lo que rige. Sin embargo, se sabe, no acierta a conjugar ni definirse. Tapiza su interior de seda china y aparece de noche en los boliches aunque lo miren mal. También, sí, por supuesto, pasea por los parques, los museos, inunda cada avión y hasta a tu casa llega y toca timbre. Aunque finge ser otro. Un testigo cualquiera de algún dios decadente. Ni me nombra. Tampoco en estos días se encuentra ni un poquito cierta felicidad. Dicen que es esto, aquello, cualquier cosa le ponen de relleno, la inflaman y desinflan como a piñata ajena y está tan maltratada que ni modo. Ni las vecinas juntas saben ya qué decirle, ni esperanza le acierta a maquillar los golpes, las ojeras. Está flaca hace rato, duerme poco. No llega a fin de mes. Culpa de nadie, opina. Salir siempre tan cara cuesta mucho, es toda una desgracia la fortuna. Ser feliz ya no es cosa de dos días, se muere mucho antes, no da tiempo. Tampoco da volverse a ningún lado. Volver es un efecto de los tangos pero nunca sucede o sienta bien. El eterno retorno, es el silbido viejo de de un tren de los de antes, cuando descarrilaban sin tanto terrorista incontinente. Ahora dónde se iría tanta frente marchita. Quién nos hubiera dicho que el azar al final sistematiza, que el sistema es la falla mismamente. A veces me sugiero que imaginas cómo termina el cuento y me digo que sí, vendrás alguna tarde y el desatino triste se irá por la ventana. A veces optimizo por nostalgia, no vayas a pensar que por costumbre. Ya no practico nada sanitario. 

m.trigo