Próximo




Escribía ayer acá sobre el amor y el teatro y, en esa línea de causalidades que Buenos Aires siempre teje, terminé el día con el privilegio de asistir a uno de los ensayos de Próximo, la nueva obra de Claudio Tolcachir que se estrena la semana próxima en el Sarmiento. Fue una de esas pasadas donde ya todo late a buen ritmo y el tono es afinado pero se sabe que aún puede haber cambios, que cualquier cosa que suceda en este tiempo, en esos ensayos abiertos a público amigo y curioso, puede modificar, no la sustancia del trabajo, pero sí, quizá, su alquimia. Pocas cosas se disfrutan más, y de casi nada se aprende tanto, como de esa fragilidad de los elementos que constituyen una puesta donde todo está siendo probado.

Próximo aborda uno de los temas más complejos de este futuro insólito en el que nos encontramos: nuestra identidad virtual, ese compendio de información que depositamos online sobre el que se proyecta una ilusión desdibujada de nosotros mismos, ilusión que, no pocas veces, alcanza para enamorarse. ¿Y qué es hoy el amor? ¿De qué nos enamoramos cuando el otro no sólo es un extraño, sino que ni siquiera está? Ya no parece haber dudas sobre el hecho de que podemos enamorarnos sin conocer el olor o el sabor de nuestro amado. Alcanza con la voz, ya se manifieste por escrito o en infinitas conversaciones que la tecnología facilita obviando geografías y husos horarios.

Pablo y Elián se conocen así. Son dos entre millones de conectados que se encuentran y eligen. Los dos están solos a su modo. Pablo, como inmigrante ilegal en Australia y Elián, rodeado de esa soledad del actor de teleserie de moda para quien el argumento de cada episodio pesa más que el de sus días. “No tengo amigos”, afirma convencido e insolente. El tiempo confirmará su certeza.

Nada contaremos sobre el argumento, pero nos detendremos en las actuaciones para destacar la organicidad y generosidad de sus actores. Perotti es conocido por lo rotundo de sus creaciones y acá, una vez más, concibe una criatura sensible cuya fragilidad está a flor de piel. Sus gestos y miradas componen un personaje profundo y entrañable. Marín, español, será un hermoso descubrimiento para el público porteño. El arco dramático de su personaje evoluciona desde el insufrible niño bien al hombre que, de la noche a la mañana, se ve obligado a crecer definitivamente. Ambos comparten esa gracia del pensamiento vivo capaz de habitar cualquier silencio. La dirección los mantiene ocupados en el desafío de saberse inmediatos y lejanos, unidos por la voz pero, argumentalmente, a miles de kilómetros. La partitura de movimientos que genera esa comunicación tan fluida como fantasmal, es uno de los hallazgos de la puesta. Imposible no identificarse con ese caminar ritmado del zahorí atento a la señal de internet o con la presencia del celular y la computadora como una extensión más de esta rara humanidad que estamos aprendiendo a ser.

Tolcachir retoma la puesta en escena despojada apostando por un espacio diseñado para la conjunción de tiempos donde todo es una cosa y otra, está ahí pero también en otro lado, es eso, pero no sólo. Así, el espacio metaforiza la historia que lo habita y sus personajes lo recorren integrándose en él y abriendo, una y otra vez, recorridos paralelos y magnéticos que no llegan a tocarse salvo que… Salvo que el espectador lo decida. Vean la obra para poder hacerlo.


Próximo

Actúan: Santi Marín y Lautaro Perotti
Asistencia de dirección: Cinthia Guerra.
Iluminación: Ricardo Sica
Diseño escenográfico: Sofía Vicini
Coordinación artística: Timbre 4 
Texto y dirección: Claudio Tolcachir

Funciones de miércoles a domingo. 
Estreno: 9 de junio. 
Teatro Sarmiento